
El 31 de enero, Laura Sarabia dejará de ser oficialmente la sombra de los días y las noches del presidente Gustavo Petro, según una fuente de Presidencia que lo sabe de primera mano. Incluso como directora del Dapre dejó de serlo desde noviembre, cuando se conoció el desgaste de su relación con el mandatario.
La alta funcionaria llegará a la Cancillería en reemplazo de Luis Gilberto Murillo, ahora virtual precandidato presidencial de la centroizquierda para el 2026. Será la ministra de Relaciones Exteriores más joven, de 30 años, en la historia moderna de Colombia.
En la dirección del Dapre, la actual posición de Sarabia, estará el vicecanciller Jorge Rojas, un político de izquierda que también estaba en el sonajero para ser el nuevo canciller.
Por qué importa
Con el enroque entre Sarabia y Rojas, Petro resuelve un conflicto latente en su gobierno, pero pone en riesgo la efectividad de su política exterior. El trabajo de Sarabia era cuestionado por el presidente, por el sector mayoritario de izquierda del gabinete, y por la bancada del Pacto Histórico. Estaba bajo la mirada permanente de Armando Benedetti, nuevo asesor presidencial, su exjefe y enemigo, e investigada penalmente por las supuestas chuzadas a su exniñera, Marelbys Meza.
Sarabia, quien no habla fluido inglés, llega a la Cancillería con poca experiencia diplomática para la cartera y en medio de grandes desafíos para la política exterior de Petro: el segundo gobierno de Donald Trump, la decisión de mantener relaciones con el régimen autoritario de Nicolás Maduro en Venezuela, y los dilemas de la relación con China.
De otro lado, la llegada de Rojas al Dapre resuelve las quejas del ala a la izquierda del gabinete. “Llega alguien del proyecto. Un hombre que quiere al presidente”, le dijo a La Silla un alto funcionario del gobierno sobre el vicecanciller. Rojas es un político de izquierda que se la ha jugado Petro a lo largo de su carrera política. Durante la administración de Petro en Bogotá, fue secretario privado, secretario de Gobierno encargado y secretario de Integración Social.
Con su llegada, el petrismo en el gobierno espera tener un contacto más fluido con el presidente, a quien sienten más aislado de lo usual por el sector de Sarabia.
Las claves de lo que pasó
Sarabia llega con pocas credenciales para ser canciller. La funcionaria tiene poca experiencia diplomática previa, más allá de acompañar al presidente en viajes internacionales, como a Washington, Brasil, China y Dubai. “Soy una politóloga, estudié relaciones internacionales”, fue su respuesta a El Tiempo cuando le preguntaron, en noviembre, por su experiencia para el cargo.
Sarabia ha ocupado altos cargos en el gobierno gracias, entre otras cosas, a su antigua confianza personal con el presidente y el aura de eficiencia y pragmatismo que ha creado a su alrededor. Su trayectoria contrasta con la del saliente canciller, Murillo, quien llegó a la cartera luego de ser embajador de Colombia en Washington, y con el peso político de haber sido gobernador, ministro y jefe de un partido político.
La decisión de Murillo por Sarabia fue tomada desde finales del año pasado. La Silla lo pudo confirmar con una fuente que lo supo de primera mano. En el cuerpo diplomático, entre ellos el vicecanciller Rojas, conocían del interés de la alta funcionaria por la cartera desde noviembre. Los sospechas crecieron más cuando Sarabia publicó una foto junto a Murillo en Brasil durante la cumbre del G20, el 19 de noviembre.
Sarabia se anticipó a sus funciones con una gira por Estados Unidos. La segunda semana de enero, la funcionaria viajó con una delegación a ese país. Estuvieron reunidos con empresarios de la Cámara de Comercio de Washington. Y también tuvo una llamativa reunión con el senador Bernardo Moreno, del Partido Republicano. Sarabia realizó el viaje sabiendo que iba a ser canciller. Una fuente del alto gobierno dice que intentará un encuentro entre Trump y Petro.
Sarabia demuestra que el silencio sigue siendo su teflón. La futura canciller cuenta con información privilegiada sobre la financiación de la campaña Petro en 2022 y el comportamiento personal del presidente, según los audios filtrados con Benedetti, quien insinúa la comisión de delitos durante esa época. Esa información le permitió a Benedetti chantajear al gobierno, primero con una embajada a su medida, y ahora con un puesto de asesor en Casa de Nariño, según varias fuentes del entorno de Petro. Sarabia, quien ha acumulado investigaciones penales, pasa de una relación tensionante en Casa de Nariño a ocupar uno de los puestos más codiciados del gabinete.
Pero ahora estará apartada del día a día de Petro. La alta funcionaria dejará de organizar la agenda diaria del presidente y de coordinar las reuniones rutinarias del alto gobierno, como los consejos de ministros y los cónclaves anuales. “Estará concentrada en sus funciones como canciller. La primera de ellas, recomponer la relación con la carrera diplomática”, dice un alto funcionario del gobierno sobre Sarabia, quien pidió la reserva de su nombre.
Su llegada a la Cancillería se da con renunciatón de embajadores. La Silla Vacía pudo confirmar que los embajadores Roy Barreras (Reino Unido), Guillermo Rivera (Brasil), León Freddy Muñoz (Nicaragua) y Camilo Romero (Argentina) renunciarán pensando en las elecciones del 2026. Sarabia, por ahora, no tiene ningún nombre para esos cargos. Tampoco ha anunciado cómo integrará su equipo.
El gabinete de izquierda estaba descontento con Sarabia. El 25 de noviembre, un grupo de seis ministros de izquierda le pidieron al presidente Petro una reunión extraordinaria antes del habitual consejo de ministros para pedirle explicaciones sobre la llegada de Benedetti al gabinete y el rol de Sarabia en su interior.
Lo que viene
La prueba ácida de Sarabia frente a Petro y Trump. En la Cancillería siempre han temido que Petro descarrile la relación con el nuevo presidente de Estados Unidos a través de mensajes encendidos por X (ahora Twitter). Sarabia coincide con Murillo en que Colombia debe mantener una relación “pragmática” con la nueva administración republicana. Mucho más ahora, cuando el país sentirá más presiones con las prioridades de Trump frente a la región: la lucha contra la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y contener la creciente influencia de China.
La posición de Sarabia frente a Venezuela. “Continuará con una relación pragmática por todos los asuntos que se comparten en la frontera”, dice una fuente de Palacio. Es decir, lo que se anticipa es que Sarabia no se mueva del reconocimiento ambiguo del gobierno Petro al régimen de Maduro tras el fraude electoral del 28 de julio. Pese a que, como el canciller Murillo, planteó reservas al interior del gobierno por enviar al embajador de Colombia en Caracas, Milton Rengifo, a la posesión de Maduro.
El estilo de Rojas al frente del Dapre. El nuevo director llegará en medio de un gabinete dividido y con la queja permanente frente al poco acceso que tienen al presidente. Sobre todo por parte del ala más a la izquierda del gabinete. Rojas llegará a organizar la agenda de un presidente cuestionado por su impuntualidad, conocido por sus desplantes públicos a magistrados y congresistas, y en medio de un declive en su gobernabilidad.
El futuro del nuevo remezón ministerial. Hoy, además de Murillo, presentaron sus renuncias el ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, y la ministra de Transporte, María Constanza García. Lizcano era una de las salidas más esperadas, mientras que la de García fue una sorpresa. Ninguno de los dos tiene reemplazo en firme. En el alto gobierno esperan por lo menos otros dos movimientos de ministros antes del 1 de febrero.