
Este domingo, Venezuela vivió una nueva jornada electoral que terminó con una clara victoria del chavismo en las urnas, según los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral (CNE). El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), liderado por el presidente Nicolás Maduro, se impuso en 23 de los 24 estados del país, incluyendo la recuperación de regiones clave como Barinas, Zulia y Nueva Esparta, y sumó a su dominio la Guayana Esequiba, territorio en disputa con Guyana y considerado ahora el “estado número 24” por el oficialismo. Por su parte, la oposición —encabezada por figuras como María Corina Machado y Edmundo González Urrutia— denunció una abstención de más del 85 %, lo que tildó como una muestra de rechazo masivo al régimen.
La expansión territorial del chavismo no solo fue cuantitativa, sino simbólica. Entre los tres estados que logró arrebatar a la oposición está Barinas, cuna del expresidente Hugo Chávez, que hasta ahora había resistido como bastión opositor. Además, recuperó Zulia, el estado con mayores reservas petroleras del país, y Nueva Esparta, puerta de entrada turística a Venezuela. El chavismo no solo ganó más gobernaciones, sino que reforzó su presencia en regiones estratégicas para la economía y la identidad nacional.
¿Qué pasa con Guayana Esequiba?
La autoproclamación del chavismo sobre la Guayana Esequiba como parte integral del mapa político venezolano añade un elemento geopolítico al balance electoral. Este territorio de casi 160.000 kilómetros cuadrados, en disputa desde hace décadas con Guyana, fue incluido en los resultados como un nuevo “estado” bajo el control del PSUV, pese a que en la práctica está administrado por Georgetown. El Gobierno de Maduro insiste en considerarlo una “reintegración histórica”, aunque la comunidad internacional sigue sin reconocer esta anexión simbólica.
El CNE, de tendencia oficialista, anunció los resultados con el 93,01 % de las mesas escrutadas, unas 27.713 distribuidas en más de 15.000 centros de votación en todo el país. Sin embargo, evitó informar con precisión cuándo cerraron las urnas, ya que la jornada se extendió más allá del horario habitual, alegando que “aún había electores en cola”. Esta falta de transparencia ha sido señalada por la oposición y por observadores como un patrón ya habitual en los procesos electorales venezolanos.
Asamblea Nacional: otro bastión rojo
Además del control territorial, el chavismo reafirmó su mayoría en la Asamblea Nacional, donde se adjudicó 40 de los 50 cargos de lista nacional. Jorge Rodríguez fue reelecto como diputado, mientras que el opositor Henrique Capriles logró asegurar un escaño. Esta combinación deja un Parlamento donde el oficialismo tiene mayoría absoluta, complicando aún más la acción legislativa de la oposición.
Desde el otro lado del espectro político, las reacciones no tardaron. María Corina Machado, principal líder de la Plataforma Unitaria Democrática, denunció que más del 85 % de los ciudadanos se abstuvieron de votar y calificó el proceso como una “farsa electoral”. A través de sus redes sociales, llamó a las Fuerzas Armadas a permitir una “transición pacífica y ordenada” en favor del ganador presidencial del 28 de julio, el opositor Edmundo González Urrutia, a quien el CNE todavía no ha reconocido oficialmente como vencedor.
Edmundo González desde el exilio: “Fue un acto de coraje cívico”
En declaraciones desde España, el exembajador y candidato presidencial, Edmundo González Urrutia, interpretó la abstención como una muestra de valentía. Aseguró que los venezolanos enviaron “una declaración silenciosa pero contundente” a favor del cambio. Además, denunció que el Gobierno de Maduro continúa aferrado al poder mediante lo que calificó como “terrorismo de Estado”, utilizando la represión como herramienta para sostenerse.
Durante toda la jornada del domingo, redes sociales y medios independientes documentaron la baja participación ciudadana. Imágenes de centros de votación vacíos se multiplicaron desde Caracas hasta regiones como Miranda y Zulia. Incluso en liceos emblemáticos como el Andrés Bello, en el centro de la capital, se observó escasa afluencia de votantes, en contraste con elecciones anteriores. La excepción fue el liceo Fermín Toro, donde decenas de funcionarios militares acudieron temprano a sufragar, en lo que parece haber sido un esfuerzo institucional por mostrar movimiento en las urnas.
Uno de los casos más emblemáticos fue el del Zulia, donde el gobernador opositor Manuel Rosales intentaba mantenerse en el cargo. Pese al simbolismo del estado petrolero, ocho de los diez centros monitoreados por EFE en Maracaibo estaban completamente vacíos. La poca movilización ciudadana contrasta con la magnitud del resultado anunciado por el CNE, que otorgó al chavismo una contundente victoria en la región.
Guayana Esequiba: participación selectiva
En la Guayana Esequiba, los reportes también indicaron escasa participación, especialmente en municipios como Sifontes, estado Bolívar. Pese a que se celebraban elecciones para cargos locales en este nuevo “estado” declarado por Caracas, la presencia de votantes fue mínima. Sin embargo, en comunidades indígenas y zonas rurales alejadas, la participación fue mayor, según reportaron algunos candidatos.
Desde el partido Primero Justicia (PJ) y otras agrupaciones de la Plataforma Unitaria, se reconoció el valor de los ciudadanos que decidieron no participar en el proceso. En un comunicado, PJ agradeció a quienes “resistieron el miedo y la manipulación” y denunciaron la detención del exdiputado Juan Pablo Guanipa, acusado por el Gobierno de intentar sabotear las elecciones. Para la oposición, estos resultados no reflejan la voluntad popular, sino un sistema viciado y sin credibilidad.
Maduro: “El chavismo está más vigente que nunca”
Por su parte, Nicolás Maduro no perdió tiempo en celebrar. En un acto desde Caracas, afirmó que el pueblo venezolano ha ratificado su respaldo al proyecto bolivariano, pese a las sanciones, bloqueos y lo que denominó “fascismo opositor”. Según el mandatario, los resultados son prueba de que el chavismo está “más fuerte que nunca” y que el pueblo “no se deja manipular por campañas extranjeras ni opositoras”.
Estos comicios regionales se dan en un contexto tenso tras las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, cuyos resultados aún no han sido divulgados en detalle por el CNE. La oposición sostiene que Edmundo González Urrutia fue el ganador legítimo, mientras el oficialismo asegura que Maduro fue reelegido. Esta incertidumbre ha sumido al país en un limbo institucional donde los poderes se reconfiguran al margen de la transparencia.
Con un mapa político casi completamente teñido de rojo, la oposición venezolana enfrenta uno de sus momentos más difíciles. A pesar del control territorial logrado por el chavismo, la alta abstención y la falta de reconocimiento internacional podrían hacer que estos comicios carezcan de legitimidad en el exterior. Mientras tanto, la ciudadanía sigue atrapada entre la polarización política y una institucionalidad debilitada.