
Ucrania dio este domingo un golpe de efecto con su ataque sorpresa contra cuatro bases aéreas rusas. Una operación con gran peso propagandístico –hay analistas que hablan de un “Pearl Harbour de Rusia”, en referencia al ataque japonés que desencadenó la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial–, pero también estratégico: Kyiv ha demostrado que, con pocos medios, puede infiltrarse en territorio enemigo e infligir un enorme daño. Aquí repasamos las claves de este episodio que parece tener asegurado un hueco en los manuales de historia militar.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, con el jefe de los servicios secretos del país, Vasili Maliuk (UKRAINIAN PRESIDENTIAL PRESS SER / Reuters)
¿Cómo se preparó el ataque?
La llamada operación Telaraña –ese fue el nombre elegido por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU)– necesitó un año y medio de preparación. El propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, supervisó el plan, el cual fue ejecutado por el jefe del SBU, Vasili Malyuk. Para el operativo se utilizaron 117 drones con vista en primera persona (FPV), que pueden ser manejados a distancia por un pilotos que ve todo lo que sucede en tiempo real. Ucrania entró los drones en Rusia de contrabando, a bordo de camiones de carga, ocultos en contenedores de madera con techos retráctiles y aperturas por control remoto. Cuando llegó el momento de atacar, estos contenedores ya se encontraban cerca de las bases aéreas, y los techos se abrieron para que los drones pudieran alzar el vuelo y bombardear sus objetivos. El Gobierno ucraniano asegura que todos los que agentes involucrados en el operativo se encuentran a salvo.
¿Qué daños ha sufrido Rusia?
El ataque afectó a los aeródromos de Diaguilevo, Olenya, Ivánovo y Bélaya –este último, situado en el este de Siberia, a más de 4.000 kilómetros de Ucrania–. Según Kyiv, los drones alcanzaron 41 aviones. Entre ellos, bombarderos estratégicos Tu-95 y Tu-22M3 –con capacidad nuclear–, así como aviones de guerra de alerta temprana A-50 –de los que se cree que Rusia solo tiene una decena–. En total, Ucrania calcula que ha provocado daños por valor de unos 6.100 millones de euros.
¿Por qué Ucrania ataca ahora?
El momento elegido para ejecutar la operación Telaraña no es casual: Ucrania se encuentra en plenas negociaciones de paz con Rusia, bajo la mediación de unos Estados Unidos que hasta ahora han privilegiado la postura de Moscú. El presidente estadounidense, Donald Trump, hace tiempo que pone en duda la capacidad militar ucraniana, y es reacio a seguir enviando armas a Kyiv. Como le dijo a Zelenski en su tormentosa reunión en la Casa Blanca el pasado febrero: “[Los ucranianos] no tienen las cartas en la mano”. Ahora, con su audaz operación, llevada a cabo en solitario, Kyiv puede demostrar que la guerra no está perdida, y que merece el apoyo de Washington. Por otro lado, el ataque se ha producido en un momento crítico en el frente de guerra: en las últimas semanas, el ejército ruso ha intensificado sus ataques, y todo apunta a que está preparando una gran ofensiva de cara al verano.

Un dron daña un avión ruso durante el ataque del pasado domingo
¿Cómo reaccionará Rusia?
Rusia ha querido minimizar las consecuencias del operativo ucraniano, pero, tras la humillación sufrida, lo lógico es pensar que responderá con dureza. El domingo ya lanzó una oleada de más de 400 drones, si bien este tipo de ofensivas han sido habituales en las últimas semanas. Lo que a nadie se le escapa es que, tras la operación Telaraña, el presidente ruso, Vladímir Putin, ha visto debilitada una de sus amenazas favoritas: el ataque nuclear. Los drones ucranianos precisamente hicieron diana en los aviones destinados a utilizar ese armamento.