
El presidente Donald Trump no solo atiza el fuego en Oriente Medio al mantener la intriga sobre si bombardeará Irán, sino que también lo hace entre sus bases. A medida que los días han ido pasando desde que Israel empezó a atacar el régimen de los ayatolás el pasado viernes, las divisiones entre los seguidores del presidente -incluso dentro de sus círculos más estrechos- han ido creciendo mientras Trump jugaba al suspense con una decisión trascendental para la seguridad nacional y que supondría romper con una de sus grandes promesas de campaña: sacar Estados Unidos de los conflictos internacionales.
Desde el fin de semana pasado, lealistas al presidente del ala dura como la congresista Marjorie Taylor Greene han criticado abiertamente la involucración de Washington en el conflicto. “Todo el mundo está descubriendo quiénes son los verdaderos America First/MAGA y cuáles eran falsos y solo lo decían porque era popular –escribía el domingo Greene en una publicación en la red social X–. Desgraciadamente, la lista de farsantes se está haciendo bastante larga y se han desenmascarado rápidamente“.
Sin aún atacar directamente al presidente, la división entre los aislacionistas del America First y los halcones republicanos ha ido escalando hasta condensarse en un clip viral de un minuto y medio de enganchadas entre el expresentador de la Fox, Tucker Carlson, y el senador republicano Ted Cruz. Carlson, viejo aliado del presidente y aislacionista, tiende una trampa a Cruz, un lealista que busca ganar puntos dentro de la órbita de Trump y que se ha convertido en un firme defensor de los cambios de opinión del presidente sobre el conflicto entre Irán e Israel.
-¿Cuánta gente vive en Irán, por cierto? – pregunta Carlson a Cruz.
– No sé cuál es la población —responde el señor Cruz.
– ¿No sabes la población del país que buscas derrocar? – arremete Carlson en una estocada final.
Tras el enganche, Cruz –conocido por ser un halcón contra Irán– dijo el miércoles en su podcast que él y el presidente están en una tercera posición más allá del clásico debate en política exterior entre aislacionistas e intervencionistas. “Creo que ambos se equivocan. Yo me considero un tercer punto en el triángulo: soy un halcón no intervencionista. Me muestro muy reacio a implicarme en conflictos militares, al igual que Trump. Pero también creo en la paz a través de la fuerza. La mejor manera de evitar una guerra es ser lo suficientemente fuerte como para que tus enemigos no quieran”, decía Cruz, que creaba el espejismo de un posible tercer resultado a la decisión que afronta el presidente: si intervenir o no militarmente en Irán.
Si el presidente decide involucrarse en el conflicto- el miércoles por la noche el Wall Street Journal informaba que Trump ya ha aprobado internamente bombardear Irán, pero sin dar la orden final- supondría un dramático giro sobre sus promesas de campaña en 2024. El republicano aseguró que si llegaba a la Casa Blanca sacaría al país de cualquier conflicto internacional y de hecho, criticaba a su predecesor Joe Biden por haber dejado el mundo a las puertas “de la Tercera Guerra Mundial”. Cinco meses después de reinar en Washington, Trump ha acabado enredado en un Oriente Medio mucho más inflamado y que prácticamente está a un paso de estallar.
En su estrategia de apostar alto, Trump ha desatado una pelea dentro del movimiento MAGA que está haciendo tambalear las bases que lo auparon a la presidencia. El influencer de extrema derecha Charlie Kirk, y que fue clave en la evangelización trumpista de los votantes jóvenes, advertía de la pérdida de “impulso” que podía significar esta guerra entre los aislacionistas y los halcones favorables a atacar Irán. “Ningún tema divide tanto a la derecha actualmente como la política exterior”, escribía Kirk en X, y decía que estaba “muy preocupado” porque una gran escisión dentro del movimiento MAGA pudiera provocar una “disrupción” en el “impulso” de Trump y su “presidencia”.
La comentarista conservadora Candace Owens lanzaba una advertencia similar en su programa el martes, insinuando que Trump había traicionado sus principios antineoconservadores que lo han impulsado a la Casa Blanca. “Trump simplemente fracturó su base, creo que simplemente fracturó su base”, afirmaba Owens con rotundidad, “[el movimiento] MAGA fue una declaración de guerra contra los neoconservadores, ¿verdad? Contra quienes siempre inventan excusas para que enviemos a nuestros hijos e hijas al extranjero”. La escisión que está viviendo el mundo MAGA no deja de ser la vieja división que ya vivía el partido republicano en su tiempo entre los halcones y aquellos más reticentes a la intervención. El matiz, ahora, es que puede ser interpretado por las bases como un desengaño.
La preocupación de las voces ultraconservadoras sobre esta fractura que ha creado Trump en sus bases está justificada. Aun así, en Washington el presidente ya se ha rodeado de lealistas que están dispuestos a justificar cualquier decisión que tome, aunque sea contraria a la esencia del mismo movimiento MAGA. Un claro ejemplo de este contorsionismo es el vicepresidente JD Vance. Durante la Convención Republicana de Milwaukee, Vance citó su pasado como marine en la guerra de Irak para criticar a George Bush y tachar la campaña militar de “error“, diciendo que con Trump esto no volvería a pasar. Casi un año después de esa promesa, este martes el vicepresidente publicaba un larguísimo post en X justificando la posible implicación de Estados Unidos en un nuevo conflicto en Oriente Medio con claras reminiscencias a esa guerra de Irak que tanto rehusaba.
“Puede que decida que necesita tomar medidas adicionales para poner fin al enriquecimiento iraní. Esa decisión, en última instancia, le corresponde al presidente. Y, por supuesto, es comprensible que la gente esté preocupada por enredos en el extranjero después de 25 años de políticas exteriores absurdas – escribía Vance en X el martes – Pero creo que el presidente se ha ganado cierta confianza en este tema. Y habiéndolo visto de cerca y en persona, puedo asegurarles que solo está interesado en usar al ejército estadounidense para cumplir con los objetivos del pueblo estadounidense”.
En medio de este cisma, la tercera opción de la que hablaba Cruz en su pódcast podría ser la manera en la que Trump intente dar un giro de 180 grados a las críticas. “Dependería mucho de cómo evolucione el conflicto. Si EEUU se involucra, el argumento que tendrá que presentar Trump es que lo hace para poner fin a esta guerra. Y eso significa que, o bien EEUU ataca con mucha fuerza y golpea el programa nuclear —pero lo hace muy rápidamente— como una forma de obligar a los iraníes a volver a la mesa de negociación”, explica Ilan Berman, vicepresidente del American Foreign Policy Center y exconsultor del Departamento de Defensa.
El resultado de esta pérdida de “impulso” provocado por la fractura ya ha creado alianzas inusuales entre trumpistas y demócratas en el Congreso para intentar limitar los poderes de guerra del presidente. El republicano de Kentucky Thomas Massie y el demócrata de California Ro Khanna se han unido para intentar forzar una votación sobre una resolución de los poderes de guerra del Ejecutivo, que exigiría la aprobación del Congreso antes de que el presidente pudiera decidir si el país se involucra de manera significativa en un conflicto. La guerra de nervios que Trump está lanzando contra Irán también amenaza con romper la docilidad que había logrado imponer en el legislativo.