
El enfrentamiento entre Israel e Irán está tensando la región y extendiendo sus repercusiones, poco a poco, al resto del mundo. Uno de los focos más críticos de esta escalada es el Estrecho de Ormuz, una vía fluvial estratégica situada entre Irán y Omán, en el Golfo Pérsico, que Irán controla parcialmente y donde podría generar serios problemas. Al fin y al cabo, se trata de una de las arterias más importantes del comercio mundial. Es el paso marítimo por el que más hidrocarburos transitan a diario a nivel planetario.
«Una generalización de la inestabilidad geopolítica en todo Oriente Medio sería una perturbación geopolítica tan brutal que verdaderamente tendría un impacto que va más allá de la energía»
Gonzalo Escribano
Experto en energía del Real Instituto Elcano
En reuniones mantenidas en la Casa Blanca —según ha informado The New York Times—, altos funcionarios militares han debatido cómo prepararse ante la posibilidad de que Irán bloquee el paso si EE. UU. se suma a los ataques israelíes. No sería la primera vez: en 1988, durante la guerra de Irak, Irán colocó 150 minas en el estrecho.
Más recientemente, en enero de 2020, tras el asesinato del general iraní Qasem Soleimani- el comandante del grupo de élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán, apodado el ‘comandante fantasma’- por orden de Donald Trump, las tensiones se dispararon. «Piensen en lo que ocurrió entonces y multiplíquenlo por 100», advirtió Brian Katulis, investigador principal del Middle East Institute.
¿Por qué es tan importante el Estrecho de Ormuz?
El Estrecho de Ormuz es un «choke point», o punto de estrangulamiento, vital para el funcionamiento del mundo en pleno siglo XXI. Este paso de apenas 30 kilómetros de ancho canaliza materias primas, productos electrónicos, y gran parte de las exportaciones de crudo y gas de los países del Golfo (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak, Qatar y Bahréin) hacia Asia —especialmente China e India—, América del Norte y Europa.
Es una salida natural y la ruta más corta para todos los productores de crudo de la zona. Así como el paso idóneo de los barcos petroleros más grandes del mundo. Ya en 2023, el 12% del petróleo que consumió España transitó por este estrecho, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES).
El Estrecho de Ormuz
y los países en los que hay
grupos respaldados por Irán
El Estrecho de Ormuz y los países
en los que hay grupos respaldados por Irán
Cualquier obstrucción en este embudo estratégico es como poner en riesgo de colapso un castillo de naipes, haciendo que se resienta el comercio, la seguridad energética, alterar la estabilidad militar y diplomática, hasta sentir las consecuencias directas en nuestro bolsillo.
Un revés económico mundial y una crisis energética
Si los pronósticos más pesimistas se hicieran realidad «implicaría una grave crisis energética y probablemente económica inflacionaria. Por Hormuz circulan diariamente unos 20 millones de barriles día entre crudo y un tercio de las exportaciones mundiales de gas natural licuado«, explica a ABC Gonzalo Escribano, experto en energía del Real Instituto Elcano.
Poner trabas en esta zona haría que el precio del barril de petróleo se fuera por las nubes. «Una caída en el suministro de hidrocarburos, a medio plazo sería insoportable», advierte a ABC Enrique Ayala, analista de la Fundación Alternativas y general de brigada retirado. En la misma línea, la Agencia Internacional de la Energía ha advertido que un cierre del Estrecho, incluso temporal, tendría un «impacto importante» en los mercados globales.
Rob Thummel, gerente sénior de la firma de inversión en energía Tortoise Capital, anticipó a CNN que el barril de crudo podría escalar hasta los 100 dólares. De hecho, el precio del Brent ya han subido un 10%, superando los 77 dólares por barril, según ‘Reuters’.
Una creciente interferencia de los sistemas GPS
A la incertidumbre se suma una serie de interferencias detectadas recientemente en los sistemas GPS de buques que cruzan el estrecho y el Golfo Pérsico. Miles de barcos han informado sobre fallos en sus equipos de navegación, con localizaciones erróneas o imposibles.
Estas anomalías podrían deberse a una saturación de señales o a un sabotaje deliberado para confundir rutas y facilitar la captura de embarcaciones. «No está claro el origen de estas interferencias. Puede que busquen impedir que las maniobras militares sean rastreadas. Pero están reduciendo el tráfico en la zona: las grandes navieras tienen miedo y los costes de fletes y seguros se están disparando», señala Escribano.
De evitar un tiro en el pie… a un salto al vacío
Irán necesita mantener abierto el Estrecho de Ormuz para exportar sus hidrocarburos, especialmente a China, su principal cliente. «Pekín es su línea de vida, y presionaría para que no se cierre. Irán no será tan torpe como para dispararse en el pie cerrando un paso del que depende su economía», aclara Escribano.
Sin embargo, si instalaciones clave del país persa como la terminal de exportación en la isla de Kharg fueran atacadas y ya no podrían exportar nada, el escenario podría cambiar radicalmente. «Entonces, de perdidos al río», añade.
El analista también apunta que si Irán o alguno de sus aliados, como los hutíes, deciden hacer explotar alguna instalación de exportación que esté sirviendo como alternativa al paso del Estrecho de Ormuz, «ya estamos hablando de una cuestión muy importante. Porque más allá de las cuestiones de suministro o precios, una generalización de la inestabilidad geopolítica en todo Oriente Medio sería una perturbación geopolítica tan brutal que verdaderamente tendría un impacto que va más allá de la energía«, afirma.
Según Euronews, los misiles iraníes de corto y medio alcance podrían atacar infraestructuras clave como plataformas petrolíferas y oleoductos en el Estrecho de Ormuz, además de representar una amenaza para buques comerciales. Por su parte, los misiles superficie-superficie tienen el potencial de dirigirse a petroleros o puertos a lo largo del Golfo Pérsico. Además, los ataques aéreos con aviones y drones podrían desactivar los sistemas de navegación y radar de los principales puertos marítimos de la zona.
Por el momento, aclara Escribano, «lo que estamos viendo es que Israel se le va a la mano». Estados Unidos le dejó claro en anteriores ocasiones que no tocase ni las instalaciones nucleares ni las energéticas. «Pero esta vez lo de las instalaciones nucleares se lo han fumado, y las instalaciones energéticas que están atacando son las destinadas al consumo interno, centrales eléctricas. Todo puede dejar al país sin luz y castigar un sistema energético que está ya muy viejo», afirma. Pero si se va más allá, ahí ya es muy difícil prever qué es lo que ocurriría o cuál sería el grado de represalia de Irán. «Lo que está claro es que estamos ante una situación muy delicada. Veremos cómo evoluciona«, concluye.