
Estados Unidos bombardeó el sábado objetivos nucleares estratégicos de Irán en una maniobra que supone un acto de guerra. Irán respondió planteando el cierre del estrecho de Ormuz, zona clave por la que circula cerca del 20% del comercio mundial de petróleo. En la apertura de los mercados del lunes, el mundo se temía lo peor: una escalada del barril que algunos analistas auguraban que, si se confirmaba el bloqueo de Ormuz, llegaría hasta los 120 dólares y más allá. Sin embargo, lo que ocurrió fue una caída de casi un 1% en la apertura y un descenso del 5% a media sesión estadounidense, con el Brent estabilizándose por debajo de los 74 dólares.
Las crisis del petróleo ya no son lo que eran. En los 70, el precio del crudo se multiplicó por 4 y su impacto fue tan profundo que incluso provocó la desaparición del patrón oro-dólar. Hasta fue necesario revisar la teoría keynesiana que no contemplaba el fenómeno de la estanflación (alta inflación con estancamiento económico).
En 1990, con la invasión de Kuwait, el precio del Brent llegó a dispararse un 150% en las primeras semanas de conflicto. Esto es, su precio se multiplicó por 2,5. Una subida que se trasladó rápidamente a las economías desarrolladas, generando una recesión tanto en Europa como en Estados Unidos. En EEUU, la tasa de paro estaba en el 5,2% en la primavera de ese año y llegó a subir hasta el 7,8% dos años después. Esto es, el desempleo se multiplicó por 1,5.
Este dato muestra cómo las crisis en Oriente Medio tenían una gran incidencia sobre el petróleo y este, a su vez, evidenciaba una elevada capacidad para generar una crisis a nivel global. Y eso a pesar de que el precio del barril bajó pocas semanas después de la invasión, ya que el conflicto no escaló. En esta ocasión, desde que Israel comenzó los ataques a Irán, el precio del Brent ha subido un 21%. Es cierto que no se puede descartar ningún escenario, pero hay fundamentales que explican que las crisis del petróleo ya no tengan la misma virulencia.
Hay tres factores fundamentales: la diversificación de fuentes de energía, la sustitución de productores y el factor China. Todos ellos apuntan en una misma dirección: el crudo de la zona más inestable de Oriente Medio ya no es tan importante para los países occidentales.
La diversificación es el factor más importante. En los ochenta, algo más del 30% del petróleo que consumía la Unión Europea procedía de los países de Oriente Medio; en la actualidad es menos del 15%. La irrupción de nuevos productores ha comido terreno a los exportadores tradicionales.
En los últimos meses, la producción de petróleo y gas en diversos países de América está creciendo rápidamente, contrarrestando así la tensión en Oriente Medio. Destaca Argentina, por encima de los demás, gracias al aumento de la extracción en el gran campo de Vaca Muerta. También Estados Unidos y Brasil están invirtiendo en acelerar su producción, empleando la técnica del ‘fracking’. Para los países occidentales, estos contratos son mucho más seguros que los de Oriente Medio y, aunque el precio de extracción sea algo más alto, se garantizan un suministro estable.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F18d%2F47b%2F0fc%2F18d47b0fc7874500bdb145e4dd9f349a.jpg)
TE PUEDE INTERESAR
Carlos Sánchez
Los avances tecnológicos también han permitido sustituir parte de las exportaciones de petróleo por energías más limpias y producidas localmente. En especial, la nuclear y, sobre todo, las renovables. El peso del petróleo en el consumo de energía de la UE suponía cerca del 40% a finales de los ochenta y actualmente está ya cerca del 25%. A medida que Europa vaya ganando más soberanía energética, el impacto de las crisis geopolíticas en Oriente Medio será decreciente. Para ello, el continente tiene que hacer un esfuerzo por electrificar su tejido productivo y sus sistemas de transporte. No deja de ser sorprendente que la región del mundo que más depende de las importaciones de hidrocarburos vaya con tanto retraso en el despliegue del vehículo eléctrico.
En cualquier caso, los pasos adelante son muy evidentes, especialmente en España. Ya no son tan raros los días en los que toda la energía eléctrica consumida procede de fuentes renovables o nucleares. Finalmente se ha asentado la idea de que el último barril de petróleo quedará en el subsuelo (metáfora de que no se agotarán todos los recursos porque antes se habrán abandonado los hidrocarburos).
Esta sustitución de oferta y oferentes de energía explica cómo Europa consiguió salir de la crisis energética provocada por la invasión de Ucrania. Es cierto que el continente sufrió un pico inflacionista en el año 2022, pero esta crisis energética no provocó ni una recesión, ni un aumento del desempleo. Es más, ha sido compatible el mínimo histórico de desempleo con la escalada de costes energéticos.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F852%2Fc41%2F00a%2F852c4100a1f34881d5915d916dba8e98.jpg)
TE PUEDE INTERESAR
Javier Jorrín Alberto Sanz
Incluso la inflación, que llegó a subir a tasas de doble dígito, volvió rápidamente a niveles de estabilidad de precios. En apenas tres años se resolvió la crisis energética sin mayores consecuencias económicas.
Estos fundamentales están en la base de la tibia reacción de los mercados a la amenaza de Irán de cerrar el Estrecho de Ormuz. Pero, en este caso, hay un factor importante adicional: China. El gigante asiático es aliado de Irán y su principal cliente. Se calcula que cerca del 91% del petróleo que exporta Irán va a parar a China.
Se calcula que cerca del 91% del petróleo que exporta Irán va a parar a China
China es el gran consumidor de petróleo a nivel mundial, por lo que cerrar Ormuz no sólo dañaría los ingresos de Irán, sino que también ahogaría a su principal socio internacional. Los expertos creen que es poco probable que este flujo vaya a cerrarse.
En las últimas décadas se han ido creando redes de suministro entre socios que garantizan que ninguno vaya a salirse del mercado. ¿Quién querría perjudicar a sus amigos? Esto fue lo que ocurrió también durante la invasión de Ucrania: Rusia vendió su gas a India y China, evitando así un estrangulamiento del mercado. Este mundo bipolar creado con el auge de China es otra red de seguridad contra las crisis del petróleo.
Los años en los que las guerras en Oriente Próximo generaban crisis mundiales se han acabado. Esto no significa que los precios no puedan subir en las próximas semanas si el conflicto escala. Pero sí significa que existen mecanismos de compensación para evitar su virulencia.
Estados Unidos bombardeó el sábado objetivos nucleares estratégicos de Irán en una maniobra que supone un acto de guerra. Irán respondió planteando el cierre del estrecho de Ormuz, zona clave por la que circula cerca del 20% del comercio mundial de petróleo. En la apertura de los mercados del lunes, el mundo se temía lo peor: una escalada del barril que algunos analistas auguraban que, si se confirmaba el bloqueo de Ormuz, llegaría hasta los 120 dólares y más allá. Sin embargo, lo que ocurrió fue una caída de casi un 1% en la apertura y un descenso del 5% a media sesión estadounidense, con el Brent estabilizándose por debajo de los 74 dólares.