
Le faltaban sólo nueve días para llegar a los ochenta y tres años, cuando este 11 de junio ha fallecido uno de los más grandes músicos del pop, Brian Wilson. Un californiano que en los suburbios de Los Ángeles fundó un grupo que hizo historia con sus canciones, y sobre todo las armonías del quinteto, formado por familiares y un amigo, mientras él era el vocalista, tocaba la guitarra y otros instrumentos y, sobre todo, facilitaba composiciones, algunas de las cuáles aún se recuerdan desde su origen en la década de los 60, como “Good vibrations”. Ya habrán adivinado, en el supuesto de que desconocieran la muerte de este genio, que nos estamos refiriendo a Los Beach Boys, Los chicos de la playa, de los que Brian Wilson fue su líder, en una época en la que en Europa comenzaban a conocerse las canciones de Los Beatles. Si bien Brian Wilson fue señalado como un dios de ese maravilloso pop que creaba con sus melodías, baladas para conquistar a una juventud que pronto sería legión, siguiéndolos, su vida particular transcurrió con episodios tormentosos, a causa de sus desvaríos mentales, a los que contribuyó con su incontrolado consumo de sustancias adictivas. Tampoco sus dos matrimonios pueden considerarse felices. No obstante, al conocerse su biografía, no deja de sorprender que tuviera dos hijos y luego adoptara a cinco más.
Sin lugar a dudas, Brian Wilson fue un superdotado para la música, como se supo en su entorno cuando con muy pocos años, se aprendía canciones de memoria en apenas minutos. Un oído fabuloso, se dijo de él. Y eso que siendo adolescente perdió la audición de uno de ellos, bien por una riña entre amigos o quizás, porque el caso no se esclareció del todo, a causa de las palizas que regularmente recibía de su padre. Éste, Murray Wilson, era un perdedor, músico sin suerte, que quizás al descubrir el talento de su hijo, en vez de ayudarlo, celoso, lo trataba a base de trompazos.
El pobre Brian aguantaba aquella situación, procurando aprender de su padre cuando se ponía a tocar el piano. Y a fe que aprendió a tocarlo, sin estudiar partitura alguna, sólo sin perder de vista a su progenitor manejando sus manos ante el teclado. Aprendiéndose cada nota. Niño prodigio.
Al frente de los Beach Boys Brian Wilson impulsó aquella banda con actuaciones en todos los Estados Unidos y discos que los convirtieron en todo el mundo en un grupo admirable, que no se parecía a otros. Sus voces armónicas, decíamos, causaban sensación. Y así, con el tiempo, lograron vender más de cien millones de álbumes, como el mítico “Pet Sounds”.
Tempranamente, Brian se dejó llevar por el consumo de marihuana, cocaína, drogas psicodélicas como el LSD… Decíase que algunas de sus melodías las creó en un estado irreal, por decirlo de alguna manera, inspiración que podía llegarle a través de esos “viajes” en su mente sometida a aquellas sustancias. Tal vez nunca fue así, no sabemos, y fueran envidiosos colegas los que divulgaron ese bulo. Nada desde luego, resumiendo su carrera, invalida su enorme talento.
Pero otra cuestión era la que aquel consumo, potenciado por el alcohol, iba afectando a su salud. Llegado 1963, cuando los Beach Boys ya gozaban de gran escucha, a Brian le detectaron un cambio repentino en su carácter. Él mismo contó a sus compañeros que sufría alucinaciones auditivas, escuchaba voces y gritos que lo atormentaban, a punto de enloquecerlo. Fue a partir de entonces cuando empezó a recibir atención psiquiátrica, y a ser internado varias veces en el transcurso de su vida. Al punto que ya en 1964 se retiró momentáneamente del grupo, aunque no dejaría de componer y de grabar, situación que se repetiría a lo largo de su vida.También se ocupó siempre de los arreglos y de la producción de los discos de la banda. Por cierto que, mientras estuvo retirado, como vocalista su puesto lo ocuparía un destacado intérprete: Glen Campbell, a quien le vino de perlas tal sustitución para su futura carrera.
La vida de Brian Wilson, desde su juventud hasta el presente, puede resumirse como sujeta periódicamente a una inestable salud mental, que lo llevaría a ser diagnosticado como esquizoide, depresivo maníaco y demente. En periodos en los que se recuperaba a base de medicamentos y cuidados psiquiátricos, para volver a caer una y otra vez. Años en los que alternaba con las actuaciones de los Beach Boys, los discos y en casa siempre componiendo con su inspiración a prueba de esos accesos de locura.
Siempre fue Brian Wilson un tipo sensible, al que aquel maltrato paterno en su infancia no cabe duda que le afectó en su desarrollo. Ciertas desgracias familiares le causaron también dolorosas reacciones como las muertes de sus hermanos Dennis y Carl. La del primero, en 1983, cuando éste se hallaba en su barco, buscando no se sabe qué, objetos o papeles que cayeron al agua y él detrás. Una tragedia de la que Brian tardó mucho en recuperarse. Y luego la del otro hermano, que fumaba como un carretero hasta que le detectaron un cáncer invasivo que acabó con él. Desde entonces, Brian se sintió muy solo. Gracias a la música, puesto que cada cierto tiempo, meses, años, no dejaba de reaparecer en los escenarios o en estudios de grabación, la vida de Brian Wilson pudo continuar aparentemente normal. No lo era, desde luego, por sus males interiores, sus vicios.
Su relación con las mujeres
¿Y cómo transcurría su relación con las mujeres? Con diecinueve años conoció a Judy Bowles en el transcurso de un partido de béisbol. Tuvieron una relación corta, durante la cual Brian le dedicó algunas canciones de su caletre, como “Judy” y “Surfer Girl”, que los Beach Boys se encargaron de incluirla en su repertorio. No había acabado ese ligue cuando Wilson se enrolló con una estudiante de catorce años, Marilyn Rowell. Llegaron a hablar de boda, pero la fueron aplazando, al fin y al cabo ella era menor. Pero en 1964 él se empeñó en convertirla en su esposa. Tuvieron dos hijas que ya mayorcitas se integraron en un conjunto pop. Acerca de la identidad de Marilyn, he encontrado que en algunas biografías de su marido ella aparece como Marilyn Wilson-Rutheford. En cualquier caso es la misma. Esto es, la primera mujer de Brian, con quien estuvo casada hasta 1981. Las razones por las que tarifaron no parece que fueran otras que la vida que llevaba él, con una conducta nada normal, y sus frecuentes recaídas en su complicada y tormentosa existencia. Marilyn llegó a definirlo como un salvaje. Y él, en un momento de lucidez, reconoció cuanto sigue: “He sido un padre incapaz y un mal marido”. En el devenir de ese matrimonio ocurrió algo tremendo: Brian le incitó a que tuviera relaciones sexuales con otros hombres. Entre tanto, él ya empezó a engañarla con una tal Diane y una telefonista adolescente llamada Deborah. Al genio le iban mucho las menores de edad.
Un día que se empeñó en adquirir un flamante “Cadillac”, porque dinero parece que nunca le faltó, quien lo atendió fue la responsable de dicha concesionaria de automóviles, una tal Melinda Kae Ledbetter, exmodelo. Brian, una vez que firmó el contrato de venta, quedó encantado de aquella vendedora, con la que comenzó a salir hasta comprometerse con ella, casándose en 1995.
No sabemos si Brian Wilson le confió a Melinda sus problemas mentales. Lo cierto es que ella pasó a ser su mejor enfermera. Con anterioridad, Brian ya quedó dicho había necesitado de la ayuda de varios psiquiátricas. Cambiaba a menudo de especialistas. El último fue un tal Eugene Landy, que llegó a controlar todos los pasos del músico, recetándole un montón de pastillas y recomendaciones. Brian se comportaba con él como un corderito. Hasta que el avispado facultativo se aprovechó del compositor llegando a firmar canciones compuestas por éste al alimón. Por consejo de algún allegado, el facultativo vivales dejó de ser su médico de cabecera, al que indirectamente le hizo ganar mucho dinero.
Melinda y Brian, no sabemos de quién de los dos partió la idea, decidieron adoptar cinco niños, con lo cual éste se convirtió en padre de siete. No parece les hiciera mucho caso. A él sólo le interesaba su música.
Melinda murió en 1924 y Brian, desde entonces sintió un gran vacío alrededor, en su hogar. Ya no fue el mismo aunque llevara unas temporadas actuando con éxito como solista. Volvió a sentir pánico escénico cuando salía a un escenario; le seguían persiguiendo las alucinaciones de siempre. Eran trastornos que los médicos consultados definieron como esquizofrénicos.
En tal estado, reconociéndose que no podía valerse por sí mismo, un juez de California dictaminó que debía someterse a una tutela. No existiendo un familiar para aceptarla, esa obligación recayó en el mánager de Brian y en la mujer que se encargaba de controlar sus finanzas. Todo porque en la última revisión médica fue declarado víctima de un trastorno neurocognitivo grave, una demencia en lenguaje coloquial. A partir de entonces, Brian Wilson ya fue una sombra de la gran figura que había sido en la música pop romántica americana, la de los felices 60 de los Beach Boys practicando surf en las aguas californianas, y en la de años posteriores, porque la versatilidad e inspiración de Brian Wilson parecían no tener límite. Así ha sido reconocido por la crítica, amén de los millones de admiradores que lo seguían. Bob Dylan, Neil Young, Stevie Wonder y otros ídolos se pronunciaron al considerarlo todo un ser superior entre los compositores de su generación.