
De nuevo, la impunidad de Israel con el uso de la fuerza y la violación de la ley internacional para imponer sus intereses ha recibido el respaldo europeo y estadounidense, como se ha visto en la cumbre del G7 en Canadá. Al tiempo, Rusia intenta intermediar en un conflicto que amenaza con internacionalizarse. La mediación de Moscú cuenta con el rechazo europeo, más aún tras el nuevo ataque masivo ruso a Ucrania de este martes, pero podría tener el inesperado apoyo de Donald Trump. Al presidente estadounidense no le importa jugar a dos barajas y aprecia los lazos de Moscú con Teherán y Tel Aviv.
Con su último bombardeo de Kiev, uno de los mayores de la guerra, el Kremlin está mandando una señal clara: Moscú tiene mucho que decir en la política internacional y le ampara la fuerza. Justo el mensaje que le gusta oír a Trump, que, en este caso, podría hacer una pragmática causa común con el Kremlin para desacelerar la crisis irano-israelí antes de que sea demasiado tarde.
Son muchos los intereses estadounidenses en Oriente Medio, económicos y estratégicos, y la jugada de Israel contra Irán, respondida por Teherán con una virulencia que no se esperaba Tel Aviv, llega en el peor de los momentos para la Casa Blanca. Empeñado en imponer las reglas comerciales de Trump a medio mundo y con graves desórdenes internos en los propios EEUU, Washington busca una salida para evitar una mayor implicación en el conflicto que, desde el viernes, enfrenta a israelíes e iraníes.
Espaldarazo de Trump a Rusia en el G7
Una de esas posibilidades reside en el papel que Rusia puede jugar en esta crisis, favorecida por la relativa “cordialidad” que hay entre Trump y el presidente Vladímir Putin, realzada de nuevo en estos días convulsos.
En la cumbre del G7, que acogió Canadá desde el domingo al martes en la ciudad de Kananaskis y en la que se reiteró el apoyo a Israel por parte de los países más ricos del mundo (todos occidentales, salvo Japón), Trump llegó a lamentar la ausencia de Rusia, antes presente en el formato G8, y afirmó que su presencia en este grupo de todopoderosos podría haber evitado la guerra de Ucrania.
“Putin habla conmigo. No habla con nadie más. No quiere hablar porque se sintió muy insultado cuando fue expulsado del G8 (en 2014), como me sentiría yo, usted o cualquiera”, dijo Trump en una reunión con el primer ministro canadiense, Mark Carney.
Tras el ataque israelí a instalaciones nucleares y otras infraestructuras críticas iraníes y la respuesta con misiles y drones por Teherán, Putin telefoneó el sábado a Trump. Aunque el líder ruso advirtió al estadounidense sobre las consecuencias “impredecibles” del conflicto, los dos mandatarios, según informó el Kremlin, consideraron posible un enfriamiento de esta crisis si se retoman las conversaciones sobre el programa nuclear iraní.
Trump ha insistido en que no busca un simple “alto el fuego” en esta guerra, sino que apuesta por un fin real del conflicto. Y Rusia podría jugar esa baza de apaciguamiento para retomar las conversaciones sobre el programa nuclear iraní. Que el Kremlin no haya apoyado militarmente a Irán en esta crisis, pese a sus acuerdos de asociación estratégica, ha sido considerado como un buen síntoma por Washington.
Las vías de diálogo del Kremlin
Poco antes de esa conversación, Putin había hablado con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y con el presidente iraní, Masud Pezeshkian, paso que ningún líder occidental intentó dar para buscar una desescalada en la tensión bélica entre Tel Aviv y Teherán. “Rusia mantiene su disposición a ofrecer, en caso de necesidad, sus servicios de mediación”, confirmó el lunes, por si no quedaba claro, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Washington es consciente del papel que puede desempeñar el Kremlin para evitar que esta crisis descarrile en una guerra regional sin precedentes, dadas las buenas relaciones entre Teherán y Moscú, gracias, por ejemplo, al suministro de drones y misiles iraníes al Ejército ruso para usar en Ucrania, y también por la red de intereses, especialmente en materia de inteligencia, que une al Kremlin con la cúpula de poder israelí.
Aunque Trump negó este martes que hubiera contactado con Irán para propiciar un diálogo con Israel, como anunció el presidente francés, Emmanuel Macron, en la cumbre del G7, sí dijo que había “vías” para abrir unas “conversaciones de paz”. Ahí podría entrar en juego Moscú.
El problema mayor estriba en qué tipo de paz consideran los rusos y cuál los estadounidenses, cuyo margen de maniobra es reducido dada su cercanía a Israel. El mensaje que está mandando Trump a Teherán es en estos momentos muy ominoso: pueden dialogar, renunciar a la fabricación de armas atómicas o atenerse a las consecuencias, que podrían derivar en el colapso total iraní.
La recomendación del presidente estadounidense a los habitantes de Teherán para que abandonen la ciudad, so pena de acabar como los habitantes de Gaza, puede entenderse como una amenaza táctica en este oscuro juego de la guerra, pero también podría apuntar a una escalada sin precedentes en la historia de agresiones de Israel a otros países.
Respaldo a Israel en el G7
Aunque Trump pudiera estar considerando la mediación rusa como una de esas vías que tiene Irán para negociar, el posicionamiento oficial de Washington y los países europeos apunta mal para Teherán. En su cumbre de Canadá, el G7 no dudó en acusar a Irán de ser “la principal fuente de inestabilidad y terrorismo” en Oriente Medio e insistió en que Teherán “no debe, bajo ninguna circunstancia, adquirir un arma nuclear“.
Este martes, el Gobierno iraní acusó a los miembros del G7 de ignorar la “agresión flagrante” de Israel. “El camino hacia la estabilidad regional pasa por detener inmediatamente las acciones de Israel y su rendición de cuentas”, según indicó el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Ismail Baqaei, en un comunicado difundido por X.
Pero la estrategia occidental apunta más hacia la disuasión que hacia el diálogo. Así, EEUU y Gran Bretaña, los dos países occidentales con más intereses en Oriente Medio, están movilizando importantes contingentes militares en la región y no lo están haciendo precisamente como fuerzas de paz.
De hecho, Netanyahu indicó el lunes que Israel tiene una “buena coordinación con Estados Unidos” sobre los pasos que está dando en su ofensiva contra Irán. En parte, el líder judío ponía los puntos sobre las íes al respaldo incondicional de Washington, pero las cosas no quedan tan claras en cuanto a la coincidencia de planes con esta guerra.
Netanyahu afirmó que la ofensiva tiene como objetivos principales “la eliminación del programa nuclear iraní, la destrucción de su capacidad de producir misiles balísticos y el desmantelamiento del eje del terrorismo”, en referencia al llamado Eje de Resistencia de milicias islamistas aliadas de Teherán en su lucha contra Israel. Queda por saber si la intención no declarada de Netanyahu es derribar al régimen islámico que gobierna Irán desde 1979. Ambos países se han jurado la destrucción mutua, por lo que parece factible que Israel quiera llegar a las últimas consecuencias con esta guerra.
Envío de fuerzas occidentales a Oriente Medio
De momento, EEUU ha despachado hacia Europa a una treintena de aviones cisterna de sus fuerzas aéreas, por si fuera necesario reabastecer en combate a cazas y bombarderos, tanto estadounidenses como israelíes. También ha puesto rumbo al Golfo Pérsico desde el mar de China meridional al portaaviones Nimitz con 60 cazabombarderos y 5.000 marines. Este movimiento naval apunta a que las fuerzas estadounidenses en Oriente Medio se preparan para una operación de larga duración.
Gran Bretaña, cuyo ministro de Exteriores, David Lammy, indicó en el Parlamento británico que la situación en Oriente Medio podría sufrir una escalada “de forma catastrófica”, también está enviando aviones de combate a algunas de sus bases en Oriente Medio por si fuera necesario defender a Israel de ser atacado, según dijo la canciller de Hacienda británica, Rachel Reeves.
El canciller alemán, Friedrich Merz, aseguró en el marco de la cumbre del G7 que Europa tiene una posición unificada y clara: Irán no debe poseer armas nucleares bajo ninguna circunstancia. También defendió el derecho de autodefensa de Israel y a lanzar “ataques preventivos” contra Irán.
En ese sentido se pronunció la Unión Europea. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, defendió el “compromiso” de Bruselas para ayudar a encontrar “una solución duradera mediante la negociación” y, a la par, el derecho de Israel a la autodefensa. Al tiempo, Von der Leyen equiparó a los iraníes con los rusos en Ucrania y el grupo palestino Hamás en Gaza. “Irán es la principal fuente de inestabilidad regional”, aseveró la presidenta de la CE.
“El mismo tipo de misiles balísticos y drones diseñados y fabricados por Irán están atacando indiscriminadamente ciudades en Israel y Ucrania, así que necesitamos responder a estas amenazas de manera conjunta“, dijo en Kananaskis la presidenta de la Comisión, a la vez que rechazaba la posesión por Irán de bombas nucleares.
Obviaba las decenas de armas nucleares que tiene Israel en sus silos y que los sectores más radicales del Gobierno de Netanyahu han reclamado que sean utilizadas para arrasar Irán.
La pelota en el tejado de Trump
Ante este cierre de filas occidental junto a Israel, la posición de Moscú se definirá en consonancia con la demanda que pueda hacer Trump y esto dependerá de hasta dónde quiera llevar su ofensiva Israel.
Washington sabe que Moscú está dispuesto a intermediar. Una reciente propuesta rusa anima a Teherán a firmar un acuerdo que incluya la transformación del uranio enriquecido susceptible de ser usado para la fabricación de armamento en combustible para reactores nucleares de uso civil.
No obstante, el bombardeo masivo ruso de Kiev este martes es el mensaje de Putin a Trump para que entienda que cualquier esfuerzo ruso en una desescalada en Oriente Medio reclamará a cambio una mayor “comprensión” estadounidense en la guerra de Ucrania.
Eso ya está ocurriendo, en todo caso. Se esperaba una nueva salva de sanciones contra Rusia en la cumbre del G7 y finalmente no se produjo gracias a EEUU. También se ha reducido notablemente el envío de armas estadounidenses a Ucrania y Washington podría dar un golpe de mano en la Cumbre de la OTAN en La Haya a fines de mes que acelere una negociación de paz bajo los parámetros rusos.