
El conflicto entre Israel e Irán ha sacudido el mercado del petróleo y ha provocado un efecto montaña rusa en el precio del Brent, el crudo de referencia en Europa. El barril ha pasado de dispararse más de un 13% y superar los 78 dólares tras los primeros ataques ordenados por el Gobierno de Benjamín Netanyahu a caer un 7% y cerrar la última sesión al filo de los 72 dólares. La tensión es máxima y la incertidumbre, también, si bien los expertos dan cada vez menos probabilidad a un escenario en el que la crisis se extienda al resto de la región. Esto debería ser positivo para los consumidores, sobre todo a la hora de ir a la gasolinera a repostar.
Para que la situación actual no derive en una crisis petrolera profunda -con una subida fuerte de los precios y problemas de escasez- será clave la posición que adopten con respecto al suministro los países del Golfo, y sobre todo Arabia Saudí. También, que no se interrumpa el flujo de esta materia prima a través del estrecho de Ormuz. En principio, esta sería una opción de último recurso, ya que el cierre del estrecho provocaría la asfixia económica del propio Irán y podría amenazar la supervivencia de su régimen. Aunque aún es pronto, en general, “el riesgo parece controlable”, en opinión del economista jefe de AXA, Gilles Moëc.
Hasta ahora, los acontecimientos sugieren que los ataques y contraataques tratan de evitar involucrar a terceros países, como Estados Unidos o los países del Golfo, lo que provocaría esa escalada del conflicto, del precio del petróleo y podría desembocar en una crisis global. En este sentido, desde la agencia de calificación S&P Global explican que un alza del ‘oro negro’ solo beneficiará a la región si se mantiene la producción, si la demanda mundial se sostiene y si las rutas comerciales permanecen abiertas.
Otro de los escenarios de riesgo implicaría que Israel atacase las infraestructuras petroleras iraníes, provocando una interrupción del suministro del país, que representa el 3,5% de la producción mundial. Sin embargo, el objetivo declarado de Israel ha sido impedir el programa nuclear iraní, por lo que hasta la fecha todos los ataques han tenido como objetivo instalaciones nucleares y militares iraníes. “Esto nos lleva a pensar que la interrupción de la producción de petróleo podría ser limitada”, asegura George Brown, economista sénior de Schroders.
¿Petróleo a 59 dólares o a más de 90?
En función de cómo se desarrolle el conflicto y de su duración, los analistas de Goldman Sachs contemplan dos supuestos. En el primero, si no se producen interrupciones en el suministro en Oriente Medio, estiman que el precio del petróleo se moderará al entorno de los 55 a 59 dólares en el cuarto trimestre y que, de cara al año que viene, se moverá en una horquilla entre 52 y 65 dólares.
En el segundo, cualquier daño potencial a la infraestructura de exportación de Irán reduciría el suministro del país en el entorno de 1,75 millones de barriles diarios durante seis meses antes de que se recuperase gradualmente. En este escenario, el barril de Brent se dispararía por encima de los 90 dólares y sólo descendería al entorno de los 60 dólares el año que viene a medida que se recupera el suministro.
Sólo una interrupción total del bombeo por parte del país podría catapultar el crudo por encima de los 120 dólares, como advierte Jorge Saravelos, de Deutsche Bank, a Bloomberg.
¿Será más caro llenar el depósito?
Para el consumidor de a pie el impacto más inmediato de un conflicto prolongado entre Israel e Irán llegaría a través del surtidor, aunque hay varios elementos que esta crisis que pueden alejar esa posibilidad. Desde la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP) explican a este diario que el impacto de esta crisis no está siendo tan grande como cabría esperar porque el mercado “está bien abastecido”. Hay analistas que no descartan que ese sobreabastecimiento vaya a más si el riego geopolítico llega a afectar a la demanda, reduciéndola.
De momento, las turbulencias actuales -incluidas las provocadas por los aranceles de Trump- no han impedido que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) mantenga su previsión de consumo mundial de petróleo en 105 millones de barriles diarios para este año y que la haya elevado ligeramente de cara al que viene hasta los 106,28 millones de barriles, según el último informe mensual difundido el lunes por la organización.
Respecto al impacto en los precios de los combustibles, recuerdan que dependen más de las materias primas refinadas que del petróleo en sí. Esto es, están más ligados a las cotizaciones internacionales de la gasolina y gasóleo al por mayor en los mercados de referencia (en este caso, en el europeo). En adelante, “habrá que ver cómo evolucionan”, inciden. Por otra parte, el precio final que el consumidor paga en el surtidor depende también de los costes de la distribución y el transporte al punto de venta y de los impuestos.