
Desde la pandemia de la covid, pasando por los ataques a las refinerías de crudo de Arabia Saudí en septiembre de 2019, la guerra entre Rusia y Ucrania iniciada en 2022 y la respuesta de Israel al ataque de Hamás en octubre de 2023, el mercado global del petróleo no ha dejado de verse presionado, por unas cosas o por otras, pero aún así los precios del barril se han mantenido estables con variaciones de apenas unos dólares arriba.
Ahora, con la intensificación de los ataques entre Israel e Irán (y los vaivenes de Estados Unidos) que están desestabilizando la región de Oriente Próximo, la factura sobre la referencia del crudo en Europa, el Brent, cotiza con una prima de unos 10 dólares sobre el “precio justo” de 66 dólares a los que, según JP Morgan, debería estar negociándose la materia prima en junio. Pero, ¿qué está incluido en el precio?
El cierre del estrecho de Ormuz -por donde pasa el 20% del petróleo y el 30% del gas natural licuado que se consume en el mundo- constituye hoy el principal riesgo por el conflicto en Oriente Próximo, aunque la mayoría de analistas se afanan en aclarar que “no parece probable”.
Y es que un bloqueo de esta vía de tránsito mundial reduciría el comercio de petróleo en torno a un 15% y podría hacer subir el precio del barril por encima de los 100 dólares. Sin embargo, se trata de una opción “peligrosa” para Irán. Por un lado, porque impediría a Irán exportar petróleo a su principal socio, China, y no parece el momento adecuado para entrar en conflicto con ellos. Por otro, porque el cierre del estrecho desencadenaría una reacción inmediata de Estados Unidos, un riesgo que Irán no puede permitirse hoy en día. “Sería considerado un acto de guerra por parte de Estados Unidos“, expone el equipo de estrategas de JP Morgan.
Además, dicen, la historia demuestra que desde 1967 -a excepción de la guerra de Yom Kippur de mediados de la década de los 70 del siglo pasado que condujo al embargo energético a las naciones árabes- en ninguno de los 11 grandes conflictos militares en los que ha estado involucrado Israel ha tenido un impacto sostenido en el tiempo sobre los precios del petróleo.
“Con el tiempo, el petróleo tiende a estabilizarse y caer gradualmente“, aclaran los expertos del equipo de inversiones en materias primas del banco de inversión estadounidense antes de apuntar que, según su modelo, existe una posibilidad menor al 20% de que “el impacto en la oferta se extienda más allá de la reducción a corto plazo de las exportaciones iraníes”.
Si bien es verdad que en el trimestre inmediatamente posterior al estallido de cada gran crisis existe un fuerte aumento en el coste del crudo a nivel mundial, incluso sin haberse dado inmediatamente un corte total del suministro, con el tiempo los inversores optan por rebajar las tensiones en el mercado energético y los precios se estabilizan.
La prima geopolítica de Oriente Próximo
Desde el punto de vista geopolítico, Oriente Próximo es un continuo polvorín y eso, en una zona del mundo de la que se extrae gran parte del crudo consumido a nivel global por cientos de miles de millones de ciudadanos, es peligroso para la economía. En la guerra civil Siria de 2011, durante el conflicto local en Yemen en 2014 o cuando EEUU lanzó los ataques no tripulados contra objetivos iraníes en 2020, las pérdidas de suministro de petróleo “no fueron significativas”, por lo que el impacto en el mercado no se sostuvo en el tiempo.
Sin embargo, en la crisis del Golfo en 1990, el conflicto en el delta del Níger en 2003 y en la guerra civil de Libia de 2011, parte del crudo comerciado en el mundo se vio afectado, lo que tuvo un impacto directo en la oferta y disparó los precios. “Durante estos episodios, el petróleo cotizó con una primera de entre 7 y 14 dólares por barril respecto de su valor justo durante un periodo prolongado”, exponen desde JP Morgan.
Una diferencia de escenarios que deja entrever el condicionante real de la prima geopolítica que supone Oriente Próximo para el mercado del petróleo: si los grandes productores están involucrados en el desarrollo del conflicto, la producción y los precios se tambalean, tanto en el corto como en el largo plazo.
Así, el modelo del banco de inversión expone que desde 1979 hasta ahora se han dado ocho ocasiones en los que un cambio de régimen en varias de las naciones productoras de petróleo (Rusia, Irán, Iraq, Nigeria, Libia, Sudán, Venezuela y Algeria) sí que han provocado un terremoto en los precios del petróleo. La duración de la crisis, también afecta. En la mayoría de éstas, la pérdida de oferta media ha sido del 2%, aunque en aquellas en las que el conflicto se ha prolongado por hasta seis meses, la cifra se dispara hasta el 23%.
“Si bien las condiciones de la demanda y la capacidad de la OPEP influyen significativamente en el impacto general del mercado, estos eventos suelen provocar un fuerte aumento en los precios del petróleo, con un incremento promedio del 76% entre el inicio de la crisis y su punto crítico”, comentan.
Hasta ahora, la crisis entre Israel e Irán ha provocado un incremento del precio del crudo del 8% respecto de los niveles previos al estallido del conflicto, aunque “sin pérdidas visibles en el suministro de crudo iraní”. “Si la historia sirve de guía, una mayor desestabilización de Irán podría llevar a precios del petróleo significativamente más altos sostenidos durante períodos prolongados“, aclaran desde JP Morgan.