
Irán respondió ayer al ataque estadounidense de la madrugada del domingo contra sus instalaciones nucleares de Isfahán, Natanz y Fordo. La represalia llegó en forma de misiles balísticos de corto y medio alcance sobre la base aérea de Estados Unidos en Qatar. Horas después, Trump anunció un aparente alto el fuego, no confirmado aún ni por Israel ni por Irán, que dará paso al final de la que el mandatario ya ha calificado como “Guerra de los 12 días”.
La Guardia Revolucionaria lanzó un total de 14 proyectiles —los mismos que disparó Estados Unidos en la denominada operación Martillo de Medianoche contra sus infraestructuras— sobre Al Udeid, el cuartel general del Mando Central de EEUU (CENTCOM) en Oriente Próximo.
Los misiles sobrevolaron la capital de Qatar, Doha, sin provocar daños significativos ni víctimas mortales, según el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Majed al-Ansari, que aseguró que las defensas aéreas qataríes “lograron frustrar con éxito el ataque e interceptar los misiles iraníes”.
Al-Ansari condenó, sin embargo, la “flagrante violación” de su soberanía y reafirmó el derecho del Emirato “de responder directamente de una manera proporcional a la naturaleza y magnitud de esta agresión descarada, conforme al derecho internacional”. Una crítica que amplificó Arabia Saudí.
Las alarmas antiaéreas sonaron también en Kuwait y Bahréin, dos petromonarquías que decidieron cerrar con efecto inmediato su espacio aéreo.
Tanto los avisos previos de Estados Unidos y Reino Unido a sus ciudadanos para que encontraran refugio como la decisión de Qatar de clausurar su espacio aéreo —justo cuando el primer ministro libanés, Nawaf Salam, estaba llegando al país— anticiparon la respuesta de Irán.
Los precedentes hacían pensar que, como confirmó horas después el propio Donald Trump, las autoridades iraníes habían notificado a las partes de la naturaleza de la represalia antes de lanzar una operación que denominaron Promesa de Victoria.
“Irán estaba obligado a tomar represalias para no dar la impresión de haberse rendido y parecer débil”, escribió el diplomático estadounidense Dennis Ross en la red social X. “Pero [el líder supremo Alí] Jamenei sabe, sobre todo si no han muerto estadounidenses, que hay una buena oportunidad de poner fin a la guerra con Estados Unidos y preservar el régimen, siempre su primera prioridad”.
“Indudablemente, hay matices que recuerdan al ataque en represalia por el asesinato de [Qasem] Soleimani, con el aviso previo dado a Qatar y, al parecer, también a Estados Unidos. Lo que cambia esta vez son las voces belicistas que susurran con fuerza al oído de Trump, mucho más presentes que en 2020”, subrayó en la misma plataforma el escritor Séamus Malekafzali.
Washington mantiene bases militares en Bahréin, Kuwait, Omán, Arabia Saudí, Irak, Siria o Jordania, pero la de mayor tamaño e importancia en la región se encuentra a las afueras de Doha. Desde Al Udeid, una instalación de 24 hectáreas construida en mitad del desierto, el Pentágono dirige el grueso de las operaciones en la zona.
El Departamento de Defensa tiene alrededor de 10.000 soldados desplegados en esta base, protegida con defensas antiaéreas propias, que Trump visitó el pasado mes de mayo durante su gira diplomática por el Golfo.
La Administración Trump estaba prevenida desde la semana pasada. Por eso, el Departamento de Estado aceleró las labores de evacuación tanto del personal no esencial de sus embajadas como de sus ciudadanos antes de sumarse a la ofensiva israelí contra Irán.
Respuesta calculada
Como apuntó el analista Karim Sadjadpour, si Alí Jamenei respondía con debilidad, perdería la cara; si respondía con demasiada firmeza, perdería la cabeza.
La respuesta del líder supremo iraní, aunque puede volver a granjearse la animadversión de los países del Golfo, fue calculada. Calculada hasta el punto de ofrecer a Trump una vía de escape. Sólo unas horas después, de hecho, era el presidente de Estados Unidos quien anunciaba a través de Truth Social “un alto el fuego completo y total” de 12 horas que pondría fin a la guerra.
Durante la noche del lunes, los bombardeos contra Teherán continuaron y los mandatarios iraní e israelí no se pronunciaron al respecto de este acuerdo.
No obstante, según Trump se implementará en un plazo de seis horas, empezando por Irán, que cumplirá con un alto el fuego de 12 horas. Después le seguiría Israel, con otro período similar. Si ambos cumplen con lo pactado, sería oficialmente el “fin de la Guerra de los 12 días”, como la ha calificado Trump.
Anteriormente, el mandatario estadounidense confirmó a través de su plataforma que “NINGÚN estadounidense resultó herido y apenas se produjeron daños. Lo más importante es que lo han sacado todo de su ‘sistema’ y, con suerte, no habrá más ODIO”.
Un mapa que muestra el estrecho de Ormuz e Irán aparece detrás de una miniatura impresa en 3D del presidente de EE UU, Donald Trump, en esta ilustración tomada el 22 de junio de 2025.
Reuters
“Tal vez Irán pueda ahora proceder a la Paz y la Armonía en la Región, y animaré con entusiasmo a Israel a hacer lo mismo”, zanjó Trump, que agradeció a los iraníes el “preaviso”. “FELICIDADES MUNDO, ¡ES HORA DE LA PAZ!”, escribió (sic) en otra publicación insólita.
En teoría, Trump cantó victoria el pasado domingo tras anunciar los ataques contra las instalaciones nucleares iraníes. Instalaciones que, aseguró, habían quedado “completamente aniquiladas”. Su vicepresidente, JD Vance, se limitó a decir que está convencido de que los ataques habían “retrasado sustancialmente” el desarrollo de un arma nuclear por parte de Irán.
De todos modos, a Trump le preocupa sobremanera que la escalada del conflicto dispare los precios del crudo. “TODOS, MANTENGAN BAJOS LOS PRECIOS DEL PETRÓLEO. ¡ESTOY VIGILANDO! LE ESTÁN HACIENDO EL JUEGO AL ENEMIGO. ¡NO LO HAGAN!”, amenazó ayer en Truth.
El cierre potencial del estrecho de Ormuz, una medida que aprobó el domingo el Parlamento iraní, pero que sólo puede decretar el Consejo de Seguridad Nacional, amenazaba con golpear la economía mundial como lo hizo el pasado mes de abril su guerra arancelaria.
“Puedo asegurarles que la Administración está monitoreando activamente la situación en el estrecho de Ormuz, y el régimen iraní sería imprudente si tomara esa decisión”, advirtió ayer en rueda de prensa la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
No obstante, y a pesar de la subida del pasado fin de semana, los precios del crudo cayeron después de la represalia iraní de ayer.
Netanyahu saca músculo
Sin ser del todo claros, los planes de Benjamin Netanyahu parecían algo más definidos que los de Trump. Ayer, el primer ministro israelí dijo estar “muy, muy cerca” de cumplir sus objetivos en Irán, que no son otros que “eliminar la amenaza nuclear y la amenaza de los misiles balísticos”.
Netanyahu, que celebró que Estados Unidos hubiera infligido “daños muy graves” a la instalación nuclear de Fordo, reconoció, sin embargo, que no quería verse arrastrado a una “guerra de desgaste” con la República Islámica.
Según la corporación Kann, Israel tenía intención de dar carpetazo a la guerra antes de que acabe esta semana. Por eso, la cadena pública israelí, que cita a fuentes del aparato de seguridad, sostenía que los próximos días serían lo más intensos posible con el fin de “convencer a los iraníes de detenerse. Si eso no sucede, continuaremos con toda nuestra fuerza”.
El ministro de Defensa, Israel Katz, anunció este lunes que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) habían atacado “objetivos del régimen y símbolos del aparato represivo del Gobierno en Teherán”, entre los que figuraron el cuartel general de los Basij —la fuerza paramilitar del régimen—, la prisión de Evin —donde el régimen encierra a sus principales opositores— y el cuartel de seguridad interna de la Guardia Revolucionaria.
Sin embargo, el anuncio unilateral de tregua por parte de Trump, que presumía de haber puesto “un fin oficial a la guerra de 12 días”, cambia la ecuación. “Esta es una guerra que podría haber durado años, y destruido todo Oriente Medio, pero no lo hizo, ¡y nunca lo hará!”, celebró.