

Jon Uriarte, junto a Nico Williams, en el momento de su última renovación con el Athletic Club
En Bilbao y en el Athletic están en pie de guerra porque el Barça está a punto de pagar la cláusula de rescisión de Nico Williams y juntar al extremo navarro con su buen amigo Lamine Yamal para que ambos hagan diabluras a las órdenes de Hansi Flick.
El presidente del club vasco, Jon Uriarte, ha dejado claro que ni negociará ni aceptará que el pago de la cláusula se haga a plazos y ha amenazado con fiscalizar cualquier movimiento del Barça en este mercado de verano. En un comunicado ha explicado que ya ha tratado con LaLiga sobre la capacidad de inscripción del Barça e incluso ha deslizado a sus medios afines que pedirá las cuentas del FC Barcelona a Javier Tebas, algo que está totalmente prohibido, pues un club no debe conocer los movimientos de un rival.
El movimiento de Uriarte parece ser de cara a la galería y hacia sus socios, pues poco podrá hacer para evitar que se cumpla el deseo de Nico Williams, que no es otro que el de fichar por el Barça. Uriarte quiere seguir en el cargo y presentarse a las próximas elecciones y sabe que quizá él falló cuando renovó el contrato del extremo navarro. Lo hizo en el 2023, un año después de ser elegido presidente, y no fue capaz de ponerle al menor de los Williams una cláusula prohibitiva para los grandes clubes. En aquella negociación, Félix Tainta, representante del jugador, ganó la partida, logrando que la cláusula quedase fijada en 58 millones de euros, una cantidad que serviría a Nico para cambiar de aires cuando lo creyese oportuno.
Mala negociación de Uriarte. O quizá no tan mala, pues igual pensó que no le iría mal al Athletic ingresar ese dinero antes de que finalizase el contrato que le firmó a Nico hasta el 30 de junio de 2027. Si así fuese, con lo que no contaba Uriarte es que el club que iba a pagar la cláusula fuese el Barça, un club al que muchos dieron por muerto y que se ha rehecho en tiempo récord, un club al que desde hace muchos años no pueden ni ver en San Mamés.
Fueron jugadores del Athletic los que lesionaron a Kubala, Schuster y Maradona, fueron sus aficionados los que silbaron a Iniesta en cada partido tras un encontronazo con Amorebieta, los mismos que lanzaron billetes por el ‘Caso Negreira’, los que silbaron el pasillo que sus jugadores hicieron al Barça campeón de Liga y los que la tomaron con Lamine Yamal en el último partido de la última Liga.
La relación entre clubes es más que mala y no se arreglará, pero quizá los aficionados rojiblancos deberían pedir explicaciones a su presidente y no al Barça de la marcha de Nico Williams, sabiendo que ha sido el jugador quien ha dado esta vez el primer paso. Al presidente, por cierto, que calla cuando la Federación cambia la cúpula arbitral por exclusivo deseo de Florentino Pérez.