
Despedir a dos profesionales como Luka Modric y Carlo Ancelotti, que representan mejor que nadie la historia reciente del Real Madrid, no es fácil. Seguramente hubiera sido mejor un acto individual o uno que integrase a Lucas Vázquez, quien se tuvo que conformar con una ovación en el cambio. Pero la afición del Bernabéu demostró estar por encima del homenaje en sí y se tomó el partido como una oda a sus ídolos, dejando de lado que ninguno de los dos se habría querido ir del Real Madrid si hubiese podido decidir sobre su futuro.
Florentino, a lágrima viva en el palco
Fue una tarde de despedidas en la que quedó claro que el Real Madrid es un club presidencialista. Nada nuevo, pero quedó reafirmado en el contenido de los discursos de Modric y Ancelotti. El único nombre propio que salió fue el de Florentino Pérez, quien, desde el palco, rompió a llorar. Un gesto prácticamente inédito en la trayectoria del presidente blanco y que demuestra la entidad de los dos emblemas despedidos.
“Quiero agradecer en primer lugar a mi querido presidente, a Florentino. Ha sido fantástico, gracias por estos momentos. Ha sido extraordinario vivir esto con vosotros. Yo tampoco puedo olvidar cada día que he pasado aquí”, aseguró Carletto, otro de los que no pudo reprimir el llanto. Su paño acabó empapado, de sudor y de lágrimas en una soleada tarde donde el madridismo sacó del cajón las camisetas de Modric.
Kroos y Modric, la pareja volvió por un día
Va a ser difícil ver la camiseta blanca sin el ’10’ del croata. Pero al final, como los cánticos rezan, los jugadores pasan y permanece el escudo y todas esas cuestiones inmateriales que forman parte de cada entidad. Tampoco nadie imaginaba un Real Madrid sin Kroos y sucedió, por cierto, de modo muy defectuoso. Un año después de la partida del alemán todavía están buscándole un sustituto. Y lo mismo pasará con Modric.
Kroos apareció por sorpresa a ras de césped para despedir a su viejo camarada con el que fundó una de las sociedades más prolíficas de la historia del fútbol. Esperó al croata después de un pasillo que hicieron los jugadores del Real Madrid y de la Real Sociedad que paralizó el encuentro. Una situación insólita que da prueba de la importancia de un jugador al que han aplaudido en todo los campos.
El germano estaba en el palco, pero decidió volver al lugar donde más le echan de menos: el césped de un Bernabéu que se vino abajo con el cambio producido por Ancelotti. Modric se fundió en un abrazo con el que siempre será su compañero y después hizo lo propio con su mujer y tres hijos. La ovación hacia el croata fue continua. Solo le faltó el gol, que le ‘negó’ Mbappé al quitarle un penalti que le aseguró la Bota de Oro.

Lucas Vázquez se despide de la afición del Real Madrid. / J.J. GUILLÉN / EFE
Lucas Vázquez, secundario hasta en su adiós
No solo se despedían de su afición Modric y Ancelotti, también lo hacían Lucas Vázquez o Vallejo. El primero fue titular y el segundo tuvo minutos en la segunda mitad, los últimos con esta camiseta. No es oficial, pero el extremo reconvertido a lateral hace ya unos años estuvo en un segundo plano. No ha sido su mejor temporada, en la que ha asumido el papelón de ser el recambio de Dani Carvajal cuando mejor estaba el de Leganés.
Pero en el palmarés de Lucas Vázquez lucen 21 títulos en 10 temporadas. Para estar una década en un club de la exigencia del Real Madrid hay que ser, a la fuerza, buen jugador. La megafonía ni los actos le incluyeron en el guion, como sí lo hizo Ancelotti, cuando al cambiarlo consiguió que se le brindase un merecido homenaje que, siguiendo la tónica de la tarde, también le hizo llorar.
El Bernabéu fue un mar de lágrimas por los cuatro costados. Un día diferente en la historia de un club al que le cuesta despedir a sus grandes hombres, pero que, esta vez, supo darle sentido al adiós de dos mitos como Modric y Ancelotti. Una palmada en la espalda conjunta que sirvió para reconciliar a las partes enfrentadas por una temporada negativa en títulos y sensaciones de la que se han hecho movimientos rápidos para pasar página cuanto antes. El domingo ya nadie llorará y todo el mundo esperará el anuncio de la nueva era, con Xabi Alonso al frente.