
Dice un proverbio árabe “siéntate en la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar”.
Eso debe de estar pensando Hamás respecto a Benjamin Netanyahu, quien, en las últimas horas, se ha visto obligado a aceptar la propuesta de alto el fuego del estadounidense Steve Winkoff ante la paulatina pérdida de apoyos internos y externos.
A nivel interno, la estrategia de Bibi está cada vez más cuestionada.
Esta semana conocimos que el 67% de la población israelí está en contra del mantenimiento de la guerra en Gaza y a favor de un pacto que libere a los rehenes. Un porcentaje que ha crecido mucho, ya que a comienzo de la guerra era sólo del 20%.
Además, la oposición ha pasado a la acción con declaraciones tan duras como las vertidas por Yair Golan, que ha afirmado que “Israel se convertiría en un Estado paria si continúa la guerra”.
De hecho, la figura de Golan parece emerger con fuerza tras haberle ofrecido a Benny Gantz y Yair Lapid una coalición preelectoral que apueste por el fin de la guerra, por la vía diplomática y, sobre todo, por la solución de los dos Estados como base para la resolución de un conflicto que se arrastra desde hace más de setenta y siete años.
Esta vía se ha hecho más atractiva tras la publicación del número de combatientes que presuntamente posee Hamás, 40.000. Exactamente el mismo número que tenía antes del 7 de octubre. Algo que lleva a pensar que, o bien la guerra no ha servido para eliminarlos, o bien el ‘ritmo de producción’ de terroristas es directamente proporcional a la intensidad de los combates.
Maquinaría militar israelí en Gaza.
A pesar de los esfuerzos llevados a cabo por Netanyahu para hacer inviable un Estado palestino, la sociedad internacional sigue planteando esta posibilidad como una alternativa plausible.
De hecho, esta semana se celebró en Madrid una cumbre internacional en la que participaron un grupo de Estados europeos y árabes (el Grupo de Madrid) cuyo único acuerdo en común fue la apuesta por los dos Estados como vía de solución del conflicto palestino-israelí.
De nada han valido los esfuerzos de Netanyahu para hacer inviable el Estado palestino financiando a Hamás vía Catar o construyendo veintidós nuevos asentamientos en el norte de Cisjordania.
El actual ministro de defensa, Israel Kantz ha verbalizado que el objetivo final de estos asentamientos no es otro que el de evitar la creación de un Estado palestino.
“Los Estados que firmaron los Acuerdos de Abraham parecen preocupados por el deseo de Netanyahu de iniciar una guerra con Irán”
Lejos de conseguirlo, Palestina ha sido reconocida ya como Estado por 146 países, lo que lleva a pensar que hay un consenso afianzado en la sociedad internacional sobre este asunto.
Quizás Netanyahu debería plantearse cómo evitar que Hamás resulte atractivo a los jóvenes palestinos o cómo lograr un liderazgo alternativo a Abbas con el que se pueda construir la paz.
A nivel de grandes potencias, y si bien es cierto que Donald Trump sigue teniendo una gran cercanía con Netanyahu, no es menos cierto que el mandatario americano ha matizado su apoyo al primer ministro de Israel evitando un encuentro con él durante su última gira por Oriente Medio.
Además, aquellos Estados con los que Israel firmó los Acuerdos de Abraham parecen preocupados por el deseo de Netanyahu de iniciar una guerra con Irán.
Por último, en la UE se ha planteado la revisión del Acuerdo de Asociación con Israel y algunas voces críticas han pedido incluso sanciones concretas contra sus líderes, una situación que se asemeja a la que vive Rusia desde la invasión de Ucrania.
Todas estas circunstancias son las que han llevado a Netanyahu a aceptar la oferta de alto el fuego de los Estados Unidos.
Se trata de una tregua de sesenta días en los que Hamás, que aún no ha confirmado su conformidad, debería liberar a diez rehenes y entregar los cuerpos de otros dieciocho asesinados durante su cautiverio.
A cambio, Israel deberá liberar a 125 presos palestinos condenados a cadena perpetua y a 1.100 detenidos en Gaza tras el 7 de octubre.
También se plantea la negociación de un alto el fuego permanente y la retirada de las tropas israelíes.
El plazo se acaba el 27 de octubre de 2026, fecha en la que deberían celebrarse elecciones en Israel. Unas elecciones que ya cuentan con un candidato, el antiguo primer ministro Naftali Bennett.
*** Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.