
Apenas unas horas después del fallecimiento de papa Francisco, el Vaticano ya es un hervidero de cábalas, maniobras discretas y tensiones latentes. En esta entrevista, Francesco Capozza —vaticanista del diario italiano Il Tempo y profundo conocedor de los equilibrios internos de la Santa Sede— analiza el incierto panorama que se abre con el inicio del proceso sucesorio. ¿Quiénes son los favoritos? ¿Qué peso tendrán las fracturas internas y el legado de Jorge Mario Bergoglio en el próximo Cónclave?
Capozza desgrana el perfil de los principales candidatos, las tensiones entre las distintas corrientes ideológicas y los movimientos ya visibles en el Colegio Cardenalicio. Desde el resurgimiento del “trumpismo católico” hasta las homilías cargadas de mensajes, el futuro del papado se entrelaza con la geopolítica global y los grandes debates del presente.
National Geographic: El próximo Cónclave será uno de los más internacionales en la historia de la Iglesia. ¿Cuánto influirá la nueva geografía del Colegio Cardenalicio? ¿Hay espacio para un papa africano o asiático?
Francesco Capozza: Es cierto: nunca antes el Colegio Cardenalicio fue tan amplio y diverso. Este año, los 135 cardenales electores provienen de 71 países —23 más que en el Cónclave anterior— con una fuerte presencia del Sur global: África, Asia y América Latina. Es un cambio fruto del pontificado de Francisco, que buscó llevar las periferias al centro de la Iglesia, ampliando tanto su alcance geográfico como simbólico.
Pero geografía no equivale necesariamente a afinidad teológica. Aunque cerca del 80% de los electores fueron nombrados por Francisco, eso no significa que todos compartan su visión.
National Geographic: ¿Entonces no está garantizado que el próximo papa seguirá el legado progresista de Bergoglio?
Francesco Capozza: Exacto. Francisco también ha creado cardenales conservadores, algunos abiertamente críticos de sus reformas. Es el caso de Monseñor Frank Leo, arzobispo canadiense de línea ultraconservadora, o del cardenal Gerhard Ludwig Müller, teólogo alemán cercano al pensamiento de Benedicto XVI, ambos nombrados por él.
Además, la Iglesia africana —con 18 cardenales electores— atraviesa tensiones internas. Su figura más destacada, el cardenal congoleño Fridolin Ambongo Besungu, presidente de la Conferencia Episcopal Africana, ha rechazado frontalmente la apertura del papa a bendecir parejas homosexuales. Algunos cardenales han llegado incluso a darle simbólicamente la espalda.
Paradójicamente, los más cercanos a Francisco, como el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, podrían quedar desacreditados, vistos como responsables de un supuesto desvío doctrinal. Por eso, no se descarta que del Cónclave surja un papa conservador, incluso procedente de esas periferias que Francisco quiso poner en el centro.
National Geographic: Si se abre la posibilidad de un papa conservador, ¿qué nombres deberíamos seguir de cerca?
Francesco Capozza: Si tuviera que arriesgar un par de conjeturas, destacaría a dos cardenales europeos considerados desde hace tiempo “papables” del sector conservador. El primero es Willem Jacobus Eijk, arzobispo de Utrecht, en Países Bajos. De perfil teológico riguroso, cercano al pensamiento de Benedicto XVI, destaca por su firmeza doctrinal, especialmente en cuestiones de bioética y moral sexual. Es una figura reservada, pero con gran peso interno. El segundo es Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest y primado de Hungría. Su nombre ya sonó con fuerza en el pasado, aunque perdió impulso tras adoptar posturas prematuras cuando la salud de Francisco empezó a generar inquietud. Sin embargo, en las últimas semanas ha vuelto a ganar protagonismo en las conversaciones entre cardenales.
National Geographic: ¿Podremos observar algo en los próximos días que nos indique hacia dónde se dirige el Cónclave? ¿Qué señales conviene tener en cuenta?
Francesco Capozza: Sí, y de hecho la campaña ya ha comenzado. De forma discreta y silenciosa, pero evidente para quien sabe dónde mirar. Un primer indicio: las homilías de los novendiales, las misas que se celebran durante los nueve días posteriores a la muerte del papa. Cada jornada será presidida por un cardenal distinto, y esas intervenciones ofrecerán claves importantes: líneas de pensamiento, prioridades, e incluso posibles autocandidaturas.
En los próximos días, las homilías serán clave. En ellas, los cardenales tendrán espacio para expresar su visión sobre la Iglesia actual y, de forma implícita, sobre el perfil del papa que imaginan. Será entonces cuando empiece a intuirse la verdadera dirección del Cónclave.
Un caso claro es el del cardenal Matteo Zuppi, cuya homilía en la catedral de Bolonia durante la misa por la muerte del papa fue interpretada por muchos como una declaración de intenciones.
También el cardenal Pietro Parolin, actual Secretario de Estado del Vaticano, se está moviendo con visibilidad. En el anuncio oficial del fallecimiento del papa, el Camarlengo, Kevin Farrell, eligió estar flanqueado por Parolin y por el sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Edgar Peña Parra. Una imagen elocuente: Parolin está lanzando un mensaje claro, mostrando que ya ha liderado la Iglesia en este tiempo de transición y que está listo para seguir haciéndolo.
National Geographic: ¿Qué hace del cardenal Parolin un candidato fuerte?
Francesco Capozza: Parolin es visto como una figura de consenso. En un Colegio Cardenalicio tan diverso, representa un equilibrio posible: no es un “bergogliano” ortodoxo, pero tampoco genera rechazo entre los sectores conservadores. Goza de respeto transversal, lo que lo convierte en uno de los nombres más sólidos en esta fase inicial.
Además, ha sido el “primer ministro” del Vaticano durante todo el pontificado de Francisco. Conoce al detalle los asuntos estratégicos y las dinámicas internas de la Curia. Si se plantean reformas o correcciones al rumbo actual, es probable que pasen por sus manos.
Representa una figura de continuidad sin ser visto como un hombre de partido. En otros tiempos, su perfil de curial podría haber sido un hándicap, sobre todo para los cardenales de América Latina o Asia, más críticos con el poder central romano. Hoy, sin embargo, su experiencia diplomática e institucional podría ser justo lo que necesita la Iglesia en un escenario internacional marcado por la inestabilidad.
National Geographic: ¿Cómo podría el contexto geopolítico actual influir en la dinámica del Cónclave?
Francesco Capozza: El contexto internacional tendrá un peso relevante, y no sería la primera vez. Desde 1939 no se celebraba un Cónclave en plena guerra, y hoy hay varios frentes abiertos: la invasión rusa de Ucrania, la tensión creciente en Oriente Medio y el riesgo de una escalada global.
En este escenario, el perfil diplomático del candidato gana valor. Y aquí vuelve a aparecer el nombre del cardenal Pietro Parolin, muy respetado en las cancillerías internacionales por su trabajo como Secretario de Estado. Su experiencia en relaciones con gobiernos y embajadas, incluso en contextos delicados, lo convierte en una figura que aporta estabilidad. Para muchos, el papa no es solo un líder espiritual, sino también un referente moral global.
El paralelo con 1939 es inevitable: también entonces, en un mundo al borde del colapso, se eligió a Eugenio Pacelli, ex Secretario de Estado, por su bagaje diplomático. La historia podría repetirse.


Pietro Parolin y el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance.
National Geographic: El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, visitó al papa el Domingo de Pascua, un día antes de su muerte. ¿Qué peso tendrá la política estadounidense en el próximo Cónclave?
Francesco Capozza: Trump entrará en el Cónclave, sin duda —aunque sea metafóricamente. La influencia de Estados Unidos se hará sentir, aunque no de forma explícita. Un caso paradigmático es el del cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York. Figura influyente dentro del episcopado estadounidense, Dolan fue en sus inicios cercano al papa Francisco. Sin embargo, con los años ha virado hacia posturas ultraconservadoras. Su cercanía simbólica a Donald Trump quedó clara en la reciente ceremonia de investidura. Aunque la tradición reservaba ese rol al arzobispo de Washington —entonces un prelado progresista nombrado por Francisco—, fue Dolan, arzobispo de Nueva York, quien fue invitado a bendecir la ceremonia.
Nada fue casual. La Iglesia estadounidense es una de las más conservadoras del mundo católico y, bajo una aparente cohesión, esconde una fractura profunda. Francisco ha intentado reequilibrar esa tendencia, situando obispos progresistas en sedes clave, pero el rechazo a sus reformas persiste, sobre todo en temas como el papel de las mujeres, las parejas del mismo sexo o los migrantes.
En este contexto, la línea del “trumpismo católico” tendrá también su eco en el Cónclave. Los cardenales estadounidenses —y otros alineados con esa visión— podrían formar un bloque para impulsar a un Papa que frene las aperturas de la era “bergogliana” y refuerce la ortodoxia doctrinal.