
Veinte horas han tardado las Fierzas Armadas israelíes (FDI) en trasladar al puerto de Asdod a los 12 activistas que navegaban hacia las costas de Gaza cargados con ayuda humanitaria a bordo del Madleen. Habían sido detenidos en alta mar en la madrugada de este 9 de junio. Entre los tripulantes se encuentran la activista sueca Greta Thumberg, el brasileño Thiago Ávila y el español Sergio Toribio.
A las 21.00 de la noche del lunes, la organización ha comunicado que los detenidos están en el puerto de la ciudad israelí, desde donde serán trasladados al centro de detención de Ramleh, “a menos que acepten marcharse inmediatamente, en cuyo caso es posible que se les permita volar esta noche desde Tel Aviv“. “Está claro que las autoridades israelíes quieren sacarlos de allí lo antes posible“, ha dicho a prensa Sandra Barrilero, portavoz de la organización Rumbo a Gaza, perteneciente a la coalición Flotilla de la Libertad.
El Madleen zarpó de la ciudad siciliana de Catania (Italia) el pasado 1 de junio en dirección a la Franja. Según informa la organización Rumbo a Gaza, los activistas solo se desviaron brevemente el día 5 para atender la llamada de emergencia de una embarcación llena de migrantes que trataba de alcanzar Europa. Después, continuaron la ruta prevista y atravesaron de oeste a este el Mediterráneo dirección a la Franja de Gaza.
Alrededor de las 3:00 horas del día 9 de junio, las comunicaciones del Madleen con tierra se cortaron
En la madrugada del domingo al lunes, alrededor de las 3:00 horas, las comunicaciones del Madleen con tierra se cortaron. “Esa señal es la que nos pone en alerta”, relata Barrilero. La última comunicación realizada por los activistas fue la que llevó a cabo el brasileño Thiago Ávila, en un directo en su cuenta de Instagram. En el vídeo, publicado en las redes sociales a las sobre las 02:15 de la madrugada, Ávila aparece junto a sus compañeros explicando que están siendo atacados con químicos y objetos lanzados por drones.
En otro vídeo publicado por otra tripulante del barco, la activista alemana Yasemin Acer, se podían apreciar los restos del supuesto “producto químico” de color blanco que los drones israelíes habían rociado sobre el barco. En el vídeo también se ven unas unas embarcaciones –presumiblemente de las FDI– aproximándose al Mandleen.
La siguiente imagen de los activistas la hizo circular el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel a través de su cuenta de X. En un vídeo publicado a las 3.25 AM –apenas media hora más tarde de que se cortaran las comunicaciones con el barco–, el Gobierno israelí mostraba cómo miembros de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) repartían alimento y agua a los activistas. “Aparentemente están bien”, ha dicho Barrilero a Público.
El tuit de Asuntos Exteriores de Israel iba acompañado del siguiente texto: “Todos los pasajeros del yate-selfie están a salvo y desarmados. Se les ha entregado sandwiches y agua. El show ha terminado”. Minutos después, el mismo organismo ha publicado otra imagen en la que se veía a una soldado israelí ofrecer comida a Greta Thumberg. Después, se ha hecho el silencio durante varias horas.
Hasta última hora de la tarde, ni las FDI ni Asuntos Exteriores han vuelto a realizar ninguna comunicación acerca de los activistas ni de su paradero. El único comentario que ha hecho el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu en ese tiempo ha sido el de su ministro de Defensa, Israel Katz, quien ha asegurado a la prensa que obligaría a los activistas a ver el vídeo de las atrocidades cometidas por la milicia palestina durante el 7 de octubre, “para que vean qué es Hamás realmente”.
Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores de España han informado a este periódico que están “en contacto con el español afectado, Sergio Toribio, con su familia y con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel, ejerciendo la protección consular sobre nuestro ciudadano”. Además, Exteriores “ha convocado al encargado de negocios de la embajada israelí en España [Dan Poraz] para protestar por lo ocurrido”.
De momento no ha trascendido cuándo se verán las caras el número dos de la Embajada de Israel y el titular de Exteriores de España, Manuel Albares. Desde el inicio del genocidio, hace 613 días, la relación entre ambos países se ha degradado paulatinamente. Hacia finales de mayo de 2024, Israel llamó a consultas a su embajadora en España, Rodica Radian-Gordon, después de que el Gobierno español reconociera el Estado palestino. Desde entonces, es su segundo, Dan Poraz, quien ejerce de embajador en funciones.
Exteriores ya convocó a Poraz hace dos semanas, después de que los soldados israelíes dispararan contra una delegación de diplomáticos en la ciudad palestina de Yenín, y entre los que había un ciudadano español. A mitad de mayo, el Gobierno de Netanyahu hizo lo propio con la embajadora española en Tel Aviv, Ana Salomón Pérez, a quien trasladó su queja por las palabras del presidente español, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados, cuando se refirió a Israel como “Estado genocida”.
El intercambio formal de palabras entre los diplomáticos de uno y otro país no ha impedido que la tensión siga escalando, intensificada ahora por la detención del ciudadano español, Sergio Toribio. Durante casi un día, la información sobre su paradero se basaba en suposiciones. “Sospechamos que los han llevado al puerto de Asdod, cerca de Gaza”, ha desarrollado para este periódico Sandra Barrilero. También los medios israelíes han informado que los tripulantes de la Flotilla se dirigían en esa dirección.
A esta ciudad israelí, situada a 27 kilómetros del norte de Gaza, fue a donde llevaron a Barrilero y a otras activistas internacionales cuando fueron detenidas tratando de alcanzar las costas de Gaza en marzo de 2016, durante otra expedición de la Flotilla de la Libertad.
También entonces Israel intentó utilizar a su favor las detenciones en lo que Barrilero describe como una operación de blanqueo y un montaje. “Tenían un despliegue espectacular en el puerto”, abunda la activista. Tras el asalto, las fuerzas israelíes las atendieron amablemente, en una actuación que distaba mucho del asalto con violencia cometido por las FDI en 2010 y en el que asesinaron a 11 activistas turcos.
Cuando Barrilero y sus compañeras llegaron al puerto, les hicieron “una ficha, un reconocimiento médico y volvieron a revisar el barco de arriba a abajo”. Durante ese primer contacto con tierra, “intentaron que firmáramos la deportación voluntaria diciendo que habíamos intentado entrar ilegalmente en Israel”. Cree que algo así es lo que está por ocurrirles a los tripulantes de la Flotilla.
Ninguna firmó nada. “La Flotilla siempre se ha negado a firmar el acuerdo, porque siempre hemos sido secuestrados”, aclara Barrilero. “Así que de ahí te llevan a la cárcel”, donde “tienes un juicio rápido y eres deportado”. En su caso, ella y otras activistas fueron acusadas de entrar ilegalmente al país y las condenaron a todas a “no volver a entrar a Israel, a Palestina, claro, en diez años”. Pero ¿y si el Madeleen nunca llegó a salir, por voluntad propia, de aguas internacionales?
Secuestro vs. detención legal
La última posición que el barco compartió con la organización de la Flotilla de la Libertad, según Rumbo a Gaza, fue cerca de las costas de Egipto, en aguas internacionales. Es decir, fuera de la jurisdicción de Israel. Las aguas territoriales de un país, donde el Estado puede ejercer plena autoridad, terminan a las 12 millas náuticas de su costa. Es decir, a 22,22 kilómetros de la playa.
A partir de esa frontera invisible hasta las 24 millas –44 kilómetros aproximadamente– se encuentran las aguas contiguas, donde un Estado soberano puede ejercer cierta autoridad. La distancia entre ese punto y las 200 millas mar adentro –370 kilómetros aproximados– es considerado por la legislación internacional como una zona económica exclusiva, en las que el Estado en cuestión puede navegar, pescar y gestionar los recursos naturales, pero en la que no tiene soberanía absoluta. Por último, a partir de las 200 millas de la costa, dan comienzo las aguas internacionales. Es decir, aquellas que no se encuentran bajo la soberanía de ningún Estado.
Teniendo en cuenta esto, la última posición del Madleen lo situaba fuera de la jurisdicción israelí, en la zona económica exclusiva de Gaza. Es por ello que las organizaciones que integran la Flotilla consideran que el asalto al barco es ilegal, lo que convierte el acto en un secuestro por parte de Israel. También lo considera así Francesca Albanese, relatora de la ONU para los Territorios Ocupados Palestinos, con la que este periódico ha estado en contacto.
Para la abogada especializada en derechos humanos, la lejanía del barco con las aguas internacionales no es la única razón por la que el asalto de las FDI al Madleen puede considerarse ilegal. También lo es el hecho de que el barco estuviera lleno de civiles en misión humanitaria, que puede ser considerado como un “paso inocente”, protegido en el punto 19 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).
Aunque el ‘Madleen’ hubiese entrado en aguas de Gaza, las autoridades israelíes no tendrían competencia en ellas”
Albanese, que ha descrito la expedición de la Flotilla de la Libertad como “una gran muestra de humanidad”, también ha explicado que, en el caso de que el Madleen hubiese entrado en aguas de Gaza, detener el barco “no es competencia de las autoridades israelíes”.
Sólo habría dos excepciones por las cuales cualquier país, incluido Israel, podría asaltar a otro barco en aguas internacionales: si la nave supusiera un peligro para la seguridad de sus ciudadanos o si hubieran intentado entrar en sus aguas territoriales. No se ha dado “ninguno de los dos casos”, explica Albanese a este periódico.
El último argumento –la falta de autoridad de Israel en aguas gazatíes– es, precisamente, lo que mueve a la Flotilla de la Libertad a romper el bloqueo de Gaza desde hace 18 años. En 2007, un año después de que Hamás ganara las primeras elecciones legislativas celebradas en la Franja de Gaza, Israel impuso un bloqueo total por tierra, mar y aire a este territorio. Esto redujo al extremo la movilidad de los gazatíes, recortó drásticamente su autosuficiencia y empobreció a la población al acabar con sus formas tradicionales de subsistencia, como la pesca.
El argumento de Tel Aviv era la necesidad de impedir que Hamás recibiera armas y prosperara, algo que a la vista de las circunstancias, no ha logrado. Para que el bloqueo fuera posible fue necesaria la colaboración de las autoridades de Egipto, país con el que la Franja limita por el sur. Desde 2012, Israel solo permite a los gazatíes adentrarse 6 millas –aproximadamente 9,5 kilómetros– mar adentro para pescar, ampliando en tres millas las autorizadas en 2006. Aún así, controla sus aguas y hostiga a los que, desde dentro o desde fuera, tratan de romper esta línea imaginaria. Esto, según la legislación internacional, es ilegal.
Albanese recuerda que “Israel lleva incumpliendo la legislación internacional antes de que yo naciera, no es algo que empezara ayer”. Recuerda en este punto la importancia de las investigaciones sobre genocidio que están llevando a cabo la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional. Anima también a que “todos los tribunales con jurisdicción en los derechos humanos tomen medidas” sobre estos actos, porque “no se trata solamente de una violación de las leyes del mar y un abuso contra quienes tratan de acabar con la hambruna en Gaza, sino que supone el colapso de una sociedad”. Por eso, Albanese cree que “debería haber naves llevando ayuda y rompiendo el bloqueo de Gaza desde todos los puertos del Mediterráneo”.