
Fundada en 1670 y luego de 355 años de operaciones, la Compañía de la Bahía de Hudson presentó la quiebra y se acerca su desaparición definitiva. Administró grandes territorios de lo que hoy es Canadá, pero inició un proceso de liquidación de activos y no se espera que haya fuentes de financiación antes del plazo estipulado.
La Compañía de la Bahía de Hudson presentó la quiebra tras 355 años
Después de más de tres siglos marcando hitos en el comercio, la Compañía de la Bahía de Hudson —fundada en 1670— se encamina a su desaparición definitiva.
La histórica firma, que en algún momento llegó a administrar vastos territorios en lo que hoy es Canadá, ha iniciado un proceso de liquidación que podría cerrar el último capítulo de una de las corporaciones más antiguas del continente.
Según determinó recientemente un tribunal, la compañía tiene hasta comienzos de mayo para encontrar una fuente de financiamiento que evite su disolución total. Mientras tanto, la venta de liquidación ya está en marcha y, con solo seis tiendas aún en funcionamiento, el panorama para esta leyenda del comercio minorista es sombrío.
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La Compañía de Hudson pasó de ser un imperio a operaciones minoristas
La Compañía de la Bahía de Hudson nació en el contexto de la expansión imperial europea. Fue impulsada por dos exploradores franceses —Pierre-Esprit Radisson y Médard des Groseilliers— quienes descubrieron el potencial económico del comercio de pieles en el norte de América. Al no recibir respaldo de la corona francesa, llevaron su proyecto a Inglaterra, donde contaron con el apoyo del Príncipe Rupert, primo del rey Carlos II.
Así se fundó HBC en 1670, con derechos exclusivos para explotar vastas regiones del norte del continente. Durante más de 200 años, la compañía no solo fue un actor económico dominante, sino que también funcionó como una entidad casi gubernamental, con control efectivo sobre territorios que más tarde formarían parte de Canadá.
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Compañía de Hudson: el principio del fin
A partir del siglo XIX, la posición de HBC comenzó a debilitarse. La aparición de competidores, como la Compañía del Noroeste, y las decisiones políticas del Reino Unido para consolidar el dominio estatal sobre el territorio canadiense, obligaron a la empresa a redefinir su modelo de negocio.
Con el paso del tiempo, abandonó el comercio de pieles y se convirtió en un gigante del comercio minorista, con grandes almacenes que se convirtieron en un símbolo de la clase media canadiense.
Durante buena parte del siglo XX, HBC prosperó gracias al auge del consumo, expandiéndose incluso a mercados internacionales. Pero el cambio en los hábitos de compra provocado por el crecimiento del comercio electrónico fue un golpe difícil de resistir.